Julio César Vela
Maestría de Emprendimientos y Nuevos Negocios de la PUCP
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), 2.7 millones de empresas formales han podido cerrar, a nivel latinoamericano; y, en Perú, solo hasta agosto del 2020, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) estimó que 2 de cada 10 empresas en nuestro país habían dejado de funcionar.
Esto es prueba de que la incertidumbre para las empresas ha incrementado y la pandemia ha marcado una nueva era en los negocios; ya que, el consumidor adquiere productos que solucionen sus problemas, que les generen un valor real en este entorno tan incierto. Por eso, el mercado de hoy requiere cambios radicales: en bienes, servicios, procedimientos, estrategias e, inclusive, cultura organizacional.
Frente a esta situación, innovar no solo se plantea como una solución más, sino como la única capaz de generar resultados óptimos en un panorama tan incierto. De este modo, la empresa no solo aumenta su competitividad, sino que impulsa su rentabilidad y crecimiento. Sin embargo, de acuerdo con el Índice de Innovación Global 2020, Perú se encuentra en el puesto 76 en términos de innovación a nivel mundial, desplazándose 7 puestos abajo de su resultado en el 2019.
Afortunadamente, de acuerdo al estudio CEO Outlook 2020 de KPMG, el 47% de los CEO peruanos aumentó su inversión en innovación y tecnología durante la pandemia, lo cual aceleró sus negocios y los llevó a evolucionar para colocarlos meses o años delante de donde esperaban encontrarse antes de la llegada del covid-19. Así, se hace evidente que la pandemia obligó a las empresas a transformarse; y, aquellas que no se están sumando al cambio, posiblemente quedarán obsoletas y fuera del mercado.
Sin embargo, la clave para innovar no se encuentra fuera del negocio, sino en su núcleo: los colaboradores. Para fomentar la innovación, los líderes deben ayudar a sus colaboradores a crear proyectos divergentes, capaces de romper barreras y llegar a nuevos mercados; es decir: desarrollar intraemprendedores. Esto solo se logra al brindarles autonomía, descentralización y libertad de acción, respaldados por una cultura horizontal y cercana, que empodere y motive al personal. Activar el gen del emprendimiento en los ejecutivos es vital para que el germen de la innovación se desarrolle en las empresas.
Por esta razón, las organizaciones más innovadoras del mundo promueven, desde hace mucho tiempo, el intraemprendimiento o emprendimiento corporativo. 3M, por ejemplo, puede ceder hasta el 15% del tiempo de trabajo para que sus colaboradores intraemprendan; o, Google, que ideó un sistema donde el quinto día los trabajadores se dedican a este tipo de actividades. De este modo, no solo se transforman los procesos organizacionales, sino que las relaciones laborales cambian y se instaura un nuevo tipo de conducta; por ende, una forma distinta de percibir la vida y los negocios. Es el momento de que nuestros líderes empresariales sigan este mismo ejemplo, o llevarán a sus empresas a la obsolescencia.