Vicepresidente ejecutivo de Inversiones Rimac Seguros
Las expectativas formadas para el desempeño de nuestra economía en el 2023 eran, desde el principio, bastante optimistas. En un mundo en recesión, los peruanos esperábamos ver crecer a nuestra economía en 2.5% durante este año.
Durante el 2023, se esperaba que los sectores minería e hidrocarburos se reactivasen tanto en respuesta a un clima social más estable y menos cargado de protestas, como a la entrada en producción de la mina de cobre Quellaveco que tendría que haber crecido el PBI minero en cerca de 7% en el 2023.
Adicionalmente, se esperaba que la gradual recuperación del turismo internacional sirviera para sustentar estas expectativas de alto crecimiento. En noviembre, el flujo de turistas extranjeros a través del aeropuerto Jorge Chávez alcanzó casi el 70% de niveles prepandemia y se esperaba llegar al 100% este año.
Los hechos registrados en las últimas semanas, sin embargo, sugieren que esta esperada recuperación no se va a producir. Por un lado, el sector turismo se encuentra casi completamente parado. Por el otro, las minas que han dejado de operar debido a la inseguridad, contrarrestan el potencial efecto positivo de la entrada en operaciones de Quellaveco.
Con el impacto inicial de estos hechos, debemos esperar que la economía peruana crezca solo entre 1.5% y 1.8% este año. Este nivel es perjudicial debido a que es necesario un crecimiento de 3% o más para absorber los ingresos de nuevos trabajadores. Con los niveles de crecimiento esperados hoy, durante el 2023 la economía peruana crecerá, pero generando desempleo y mayor informalidad.
Esto es solo el efecto inmediato del menor crecimiento. El impacto sobre los sectores minería e hidrocarburos y turismo va a afectar también los ingresos de divisas al país. El Perú, tradicionalmente, compra más bienes, servicios y factores de producción al exterior que los que le vende. Por este motivo, el saldo neto de divisas que recibe el país producto del intercambio es negativo y equivalente a aproximadamente 3% del PBI. Para financiar este déficit, es necesaria la entrada de capitales foráneos bajo la forma de inversión extranjera directa o deuda externa. Sin embargo, aunque los grandes proyectos en ejecución como la Línea 2 del Metro de Lima y la ampliación del aeropuerto Jorge Chávez seguirán avanzando, es claro que avanzarán más lento. El costo de la deuda externa debe elevarse no solamente por la subida generalizada de la tasa de interés a nivel global sino también por el aumento en el nivel de riesgo político.
El efecto sobre el potencial de inversión en el país es más duradero y más difícil de revertir y puede extenderse más allá de 2023. Se estima que a un emisor de deuda le toma entre tres a cuatro años recuperar una clasificación de riesgo de créditos perdida. Las decisiones de inversión en el capital de proyectos que se suspenden no se revisan hasta pasados varios años. En suma, el deterioro en nuestras condiciones de crecimiento puede ser muy rápido; su recuperación, lenta.
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