No hay duda de que los teléfonos móviles han revolucionado la vida moderna. Ahora, con unos cuantos clicks podemos pedir taxis, comprar boletos de avión, reservar restaurantes, escoger qué ver entre miles de películas y acceder a un largo etcétera de opciones que parecían ciencia ficción hace solo unos años. Sin embargo, el cambio ha sido tan rápido y las formas cómo se comercian los servicios digitales son tan diferentes a la usual que recién nos estamos dando cuenta cuáles son las prácticas comerciales que resultan razonables y cuáles no.