La pregunta menos frecuente hoy en día es si habrá elecciones adelantadas. Y esto porque la respuesta es evidente. Casi la totalidad de las bancadas del Congreso y de los parlamentarios no quieren irse antes del 2026 por una serie de razones.
Sean de derecha o de izquierda, todos tienen una justificación, o ponen condiciones maximalistas que saben que no serán aceptadas, por lo que se frustra cualquier intento de aprobar alguna reforma en esa dirección.
Pero una pregunta que circula mucho es si Dina Boluarte llegará al 2026. Y ahí las respuestas son menos contundentes y convincentes que en el caso anterior. Unos señalan que parece que sí pero que nada está dicho, mientras otros dicen que no pero no descartan nada.
Curioso porque el más rechazado por la población, y el que bate el récord de escándalos y de denuncias por semana es el Congreso, por lo que uno podría pensar que es el Parlamento el que debiera estar sometido a una enorme presión política.
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Pero no es así. Hacen sus cosas de acuerdo a su ritmo e interés, y se manejan con la mayor tranquilidad.
En el caso del Ejecutivo, en cambio, sí tienen toda la presión, y hasta ahora no saben cómo manejarla. Si hubiera un buen manejo político de la situación, la Presidenta ya se hubiera podido dar cuenta de que tiene la sartén por el mango porque el Congreso la necesita a ella.
Dina Boluarte tiene un seguro de vida política porque el Parlamento no va a vacarla. La necesitan para poder quedarse hasta el 2026.
Si Dina Boluarte renuncia o la vacan, los parlamentarios actuales se van a tener que ir, por más interpretaciones “auténticas” que se quieran hacer. Por eso van a hacer todos los esfuerzos para que no renuncie, y no la van a vacar.
La Presidenta, en este momento, podría tomar distancia de los congresistas por todos los hechos que semanalmente conocemos, y podría poner en jaque al Congreso exigiéndole celeridad en una serie de leyes y de reformas necesarias para la buena marcha del país.
Pero no lo hace, a pesar de que esto la podría beneficiar, y podría hacer que la población no meta en el mismo saco a Ejecutivo y Legislativo. Prefiere llevar la fiesta en paz con los cada vez más desprestigiados congresistas que con la población, a pesar de que es la población, ahora de diferentes regiones la que le genera los mayores reclamos y problemas, así como su inestabilidad, y no el Parlamento.
En todo caso, cualquier análisis debe asumir que ambas posibilidades (que llegue al 2026 o que se quede en el camino) existen, aunque cada uno pueda inclinarse por una o por otra.
Hace algunas semanas el gobierno presentó una serie de ejes sobre los cuales plantea sus tareas. Muchos ejes para un gobierno de transición, y pocos y muy débiles para todo un período de gobierno.
Si somos realistas, y asumiendo que este gobierno llega hasta el 2026, en realidad tiene muy poco tiempo para hacer mucho.
Saquemos la cuenta: Le queda medio año del 2023, todo el 2024, y medio año del 2025 porque en el segundo semestre de ese año ya empezará la campaña electoral para el 2026, y a partir de ese momento los protagonistas serán quienes postulen a la Presidencia.
Si a esto le sumamos que, así como van las cosas, y si el manejo del gobierno actual sigue como hasta ahora, lo más probable es que su debilidad, desgaste, y aislamiento sea mayor.
Entonces, en realidad le quedan 2 años efectivos de gestión. Y quiéralo o no, se convierte en un gobierno de transición, por lo que a lo que mejor podría aspirar es a sentar bases y dejar el país en las mejores condiciones para que el nuevo gobierno, con el apoyo inicial que le da el triunfo electoral, pueda hacer una gestión con la mirada en el mediano y largo plazo.
Uno podría pensar que justamente ese papel de transición debiera darle el impulso para quemar sus naves y plantear reformas absolutamente necesarias y hasta audaces. Pero la debilidad de este gobierno, su falta de liderazgo, y el talante de esta gestión y de su titular, no da para tener esperanzas en ese sentido.
Por ello, y en lugar de pensar en tantos ejes, este gobierno debiera concentrarse en tres ejes o en tres líneas de acción que son las que están haciendo tremendo daño al país ahora mismo.
Millones de personas en varias regiones del país enfrentan una muy dura situación por todo lo relacionado a las tormentas y fenómenos naturales, y no sabemos qué puede pasar con el nuevo fenómeno de El Niño y las sequías.
Si el gobierno no concentra sus esfuerzos en resolver a la brevedad los graves problemas causados y en evitar que surjan nuevos en lo que falta del año, mucha gente va a sufrir mucho, el país va a retroceder, y el gobierno enfrentará la ira justificada de muchas regiones.
La delincuencia ya rebasó todos los límites. Hay distritos y ciudades tomas literalmente por la delincuencia en todas sus variantes.
Se asesinan personas todos los días, y se amenazan o atacan a miles de personas en todo el país. Si este problema no se enfrenta ya y radicalmente, seremos un país sin control. Un país sin seguridad no tiene ni presente ni futuro.
Solo la inversión privada puede generar los recursos que el país necesita para atender la salud, la educación, la seguridad, para luchar contra la pobreza. Solo la inversión privada puede generar el empleo que necesitamos para que tantos jóvenes tengan un porvenir. El gobierno debe dedicarse a destrabar proyectos y a promover la inversión privada.
Si el gobierno hace bien estas tres tareas, todo lo demás llegará por añadidura. Si no lo hace, todo esfuerzo será en vano.
Eso no quiere decir que hay que descuidar los otros campos. Pero si en algo hay que hacer los mayores esfuerzos ahora y por el poco tiempo que se tiene, debe ser en estos temas.
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