Congresista
Por higiene mental, la columna de hoy se aleja de los temas políticos. Retoma, por un momento, su deseo de siempre contribuir con ideas para delinear un futuro diferente y mejor. La coyuntura económica es harto conocida, pero es necesario hacerle un “snapshot”: crecimiento anémico, inflación alta; tipo de cambio con tendencia al alza, pero bien manejado por un BCR experto en “flotación sucia”; subempleo creciente y precario y menores salarios reales; nueva inversión privada cero o negativa y un franco deterioro de las expectativas empresariales.
Y, finalmente, un Estado, que a través de su participación directa (obra pública y prestación de servicios públicos) o indirecta (regulación) no da pie con bola, enredado como está en la inoperancia, impericia y corrupción desenfrenada. Pero hacia adelante —en el supuesto, por ahora negado, de un fin abrupto de esta pesadilla llamado “gobierno del presidente Pedro Castillo”— hay señales de un futuro promisorio y transformacional. Aquí algunas fotografías de ese futuro que con ahínco y buen humor podemos construir.
Primera foto: los drones y demás inventos de la empresa peruana SpaceAG que están ayudando a transformar—mediante un choque de alta tecnología, y, por ende, de productividad—la agricultura (de exportación) del país. Como sabemos, la agricultura contribuye con poco más del 8% al PBI anual del país. Pero, para ello, “emplea” a casi el 25% de la fuerza laboral. Mientras tanto, en la frontera productiva, los Estados Unidos de Norteamérica, la agricultura contribuye con el 11% del PBI, pero para ello emplea a menos del 2% de su fuerza laboral: El gran diferencial es el uso extendido de la tecnología a gran escala, lo que ayuda a hacerla extremadamente productiva. Y, por supuesto, un régimen de propiedad de absoluta libertad individual.
Segunda foto: Un abrigo Harlan Coat de Vicuña de la empresa Loro Piana a un costo de US$ 33,425, costo casi equivalente a un auto BMW 2 Series del 2021 (US$ 36,695). Ciertamente no son muchos los productos que los peruanos produzcamos y que el mundo quiera comprar que atraigan o justifiquen dichas cantidades. Pero tenemos la fibra (vicuña) y la cultura textil milenaria. ¿Qué nos falta? Diseño de alta calidad, tecnología, “branding” y distribución internacional, todo lo cual se puede “adquirir” ya sea directamente o mediante alianzas estratégicas. Falta visión y arrojo.
Tercera foto: Los parabrisas inteligentes de los autos eléctricos Tesla, fabricados por la empresa peruana AGP. En este punto, permítanme compartir un sueño de opio: construir en el sur del Perú la planta más grande y sofisticada de América Latina de autos eléctricos. Tenemos litio, cobre, zinc, plata, oro—superconductores y materias primas claves para la construcción de chasis y baterías de litio para lo que significa el más grande cambio de matriz energética de la historia: de combustibles fósiles a energía eléctrica. Tenemos dos ventajas adicionales: cercanía al mayor mercado de automóviles del mundo—lo cual facilitaría la generación de cadenas de suministros (“nearshoring”). Y—casi lo olvido—un tratado de libre comercio con Estados Unidos, otro con México y la aún inexplorada Alianza del Pacífico.
Cuarta Foto: AINBO y KAYARA, el futuro de la animación digital peruana. Vender cultura debería ser algo natural para un país como el nuestro. AINBO, la muy galardonada película animada de los hermanos Celada, es muestra palpable del tremendo potencial que existe para convertirnos en un exportador de servicios. Y de paso, exponer la riqueza de nuestra cultura en el mundo. Mientras AINBO explora con destreza el mundo y los mitos amazónicos sin sacrificar los elementos narrativos de este tipo de películas (Disney, Pixar), KAYARA se apresta a mostrarle al mundo la ciudadela de Machu Picchu y el mundo andino precolombino a través de los ojos de una jovencita que desafía las normas para conseguir su sueño de ser la primera mujer chaski del imperio.
Cuatro fotografías de un futuro con el que no solo debemos soñar, porque podemos, sino que debemos construir para generar verdadero bienestar. El Perú no puede hundirse en el fango de la actual coyuntura. Todo pasa, y este gobierno abyecto también pasará.