Escribe: Carlos E. Paredes, economista.
1. La semana pasada, el directorio de Petroperú emitió un importante comunicado en el que da cuenta de la situación en que había encontrado a la empresa, las acciones que había tomado hasta el momento e indica por dónde ve la salida. Se nos informó que las ventas de la empresa se habían reducido de manera significativa, que la petrolera estatal opera con una rentabilidad negativa –las pérdidas proyectadas de este año superan los US$ 700 millones– y que, además, enfrenta una delicada posición de liquidez.
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2. Con transparencia el directorio informó que se requieren US$ 2,200 millones adicionales de parte del Estado. Cabe anotar que ese monto fue calculado incluso después de haber recibido el apoyo de US$ 800 millones a fines de febrero de este año. Claramente, el hueco financiero de la petrolera estatal era mucho más grande del que se nos había comunicado anteriormente y, como reconoce el nuevo directorio en su comunicado, “nada asegura que la empresa no retorne en el futuro cercano a solicitar más apoyo estatal”.
3. De hecho, con la gobernanza actual de la empresa, el directorio considera que “sería irresponsable y un acto de inmoralidad solicitar mayor financiamiento del Estado”. No está dispuesto a pedir más recursos para hacer más de lo mismo, pues en su opinión resultaría “inmoral”. Ante esto, solo quedan dos alternativas: (i) llevar la empresa a su liquidación ordenada bajo el marco concursal del Indecopi; o (ii) cambiar de manera radical su gobernanza y gestión. El directorio recomienda optar por la segunda; considera que “la gestión privada de la empresa es la mejor opción para lograr el regreso a la autosostenibilidad financiera de Petroperú.”
4. Aquí de lo que se trata es de minimizar pérdidas. Cabe aclarar que los US$ 2,200 millones de recursos fiscales adicionales que se requieren no dependen de la decisión de liquidar o reestructurar bajo una gestión privada. El hueco ya se produjo, el dinero ya lo perdimos. La pregunta es cuál de las dos opciones es la que minimiza las pérdidas a futuro. Algunos piensan que liquidar y terminar con este problema de una vez por todas es mejor –puede ser–, ya que “muerto el perro, muerta la rabia”. Sin embargo, hay que ser conscientes de los riesgos que esto implica, sobre todo en el corto plazo, y de que la liquidación seguramente destruirá valor de manera innecesaria. Creo que ir rápidamente hacia una gestión privada puede ser la mejor alternativa, aunque esta no está exenta de riesgos. De hecho, hace apenas dos días Fitch Ratings redujo nuevamente la calificación crediticia de Petroperú. Sin duda, el reto y los riesgos son enormes.
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5. Tercerizar la gestión de la empresa, mientras se sanea e incorpora capital privado a la misma, es una tarea titánica para la cual se requiere el apoyo total del Gobierno y de la clase política del país. De lograrse, Petroperú se encaminaría finalmente a convertirse en una empresa de capital mixto con un gobierno corporativo que asegure la viabilidad de la empresa en el mediano y largo plazo. Si no se cuenta con el requerido apoyo político y financiero, entonces la única opción razonable que queda es la liquidación ordenada de Petroperú e internalizar las multimillonarias pérdidas que esta aventura empresarial estatal nos habrá causado.
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