Socio Fundador de Amrop Perú
A lo largo de la historia, han sido los líderes de grupos sociales quienes han tenido el poder de construir procesos de cambio. Debemos entender que los liderazgos se ejercen desde cualquier ámbito: hogar, empresa, política, religión, deportes, artes y un largo e inimaginable etcétera. Sin embargo, a pesar de que el liderazgo -como acabamos de mencionar- se pueda ejercer en múltiples espacios, siempre es a través de la política que las principales (y más necesarias) transformaciones se llevan a cabo. Sí, política. Palabra que ahuyenta a muchos, pero que -al ser abandonada y relegada por el talento más conspicuo e íntegro del país- ha sido secuestrada por mafias y grupos subrepticios de poder que han relegado a las mayorías a una situación de vulnerabilidad que ya no tiene sostén en el futuro cercano.
Lamentablemente, los efectos de la crisis derivada de la pandemia han revelado que las reformas de mercado que se han llevado a cabo en los últimos lustros, si bien incuestionablemente necesarias, han sido insuficientes. No obstante, esto no puede servir de excusa para retroceder en el tiempo y dejar de lado al sector privado como gran impulsor de la economía y generador de millones de fuentes de empleo. Menos aún si al frente tenemos a una izquierda política que pretende beneficiarse del refrán “a río revuelto, ganancia de pescadores” en el sentido de capitalizar a su favor los efectos de la crisis y quitarle así popularidad a los sectores que defendemos la libertad y el sector privado como motores de crecimiento y desarrollo. Para ello, nuestro país requiere gremios y líderes empresariales más visibles y activos.
¿Qué características deben identificar a los líderes para lograr darles mayor visibilidad y presencia en el debate público a los gremios empresariales? Desde mi punto de vista, todo debe partir desde un prestigio profesional fundamentado en una sólida y consistente coherencia ética y moral, al mismo tiempo de un reconocido conocimiento especializado en un sector o industria. “Vender humo” es un vicio muy propio de nuestra clase política; en contraste, nuestros nuevos líderes empresariales deben sostenerse sobre la base de un prestigio académico y profesional incuestionables.
Un error en el que han incurrido reiteradamente empresarios y ejecutivos ha sido el de pretender que los ámbitos público y privado se manejen necesariamente en cuerdas separadas. Craso error. Es cierto -qué duda cabe- que las decisiones empresariales no deben considerar cuestiones políticas y que las políticas públicas no deben gestionarse en función de intereses privados. Pero lo que es innegable (y, además, muy necesario) es generar consciencia de que no es un pecado moral el hecho de que los líderes empresariales y gremios organizados manifiesten opiniones y posiciones contundentes en relación a la coyuntura política. Para ello, resulta muy útil contar en el sector privado con perfiles que también traigan consigo una trayectoria profesional en el ámbito público o en su defecto que cuenten con cercanía al aparato del Estado.
La importancia de escuchar a los gremios empresariales radica en el potencial que estos tienen en la línea de sumar al desarrollo de políticas públicas enfocadas, por ejemplo, en la promoción del trabajo en sectores emergentes, el desarrollo de industrias extractivas postergadas, el impulso de la innovación, tecnología y productividad en las mypes, entre otros. Liderazgos dialogantes, pero con capacidad de fijar posición empresarial y gremial sólida. Sumado a ello, con genuina vocación solidaria y sincera empatía. Debe quedar claro que estos esfuerzos no pueden caer en el círculo vicioso de la centralización y ‘el ombliguismo’ limeño: urgen perfiles con capacidad de generar redes de apoyo a nivel regional.
Debemos entender la importancia del sector privado y su impacto en la economía peruana. Según información reciente del MTPE, más del 60% de empresas del sector formal no estuvieron permitidas de operar durante la cuarentena, lo que afectó a 1.7 millones de trabajadores formales. A pesar de protagonizar un papel tan relevante en la economía del país, lamentablemente, el sector privado no se articula ni se conecta. No ha armado un discurso unificado y, más bien, se ha mostrado vulnerable, titubeante y ha permitido que el Congreso avance con proyectos contraintuitivos que -si se llevan a cabo- afectarán dramáticamente a miles de empresas y, en consecuencia, al bienestar de millones de familias. ¿Hasta cuándo vamos a permitirlo?
¿Cómo pueden las empresas privadas trabajar juntas para que sus acciones sean más potentes? El sector privado debe unirse y cobrar la fuerza que necesita. Debido a decisiones erróneas, vinculaciones políticas poco convenientes y torpes estrategias de comunicación, muchos gremios empresariales en el Perú han perdido prestigio y capacidad de influencia. ¡Necesitamos renovarlos! Y con carácter de urgencia… Un rebranding, nuevas maneras de comunicarse con stakeholders y -principalmente- una vocación genuina por generar un impacto social positivo deben ser piezas fundamentales para esta renovación.