
Carlo León Gerente de Renta Fija en Prima AFP
La reciente elección legislativa en la Provincia de Buenos Aires ha revelado mucho más que un rechazo al ajuste fiscal. El triunfo de la oposición peronista —47.3% frente al 33.7% del oficialismo— debe leerse como una manifestación compleja de erosión de confianza institucional, fragmentación del oficialismo y el desgaste de un estilo confrontacional que funcionó en campaña, pero no en la gestión. Buenos Aires no es cualquier provincia: representa casi el 40% del electorado nacional y tiene un peso clave en el Congreso.
La reacción de los mercados fue inmediata. Los bonos en dólares cayeron, el Merval se desplomó y el peso tocó mínimos históricos. Incluso Morgan Stanley retiró su recomendación de compra. Pero lo que realmente preocupa a los inversionistas es que el ajuste fiscal no viene acompañado de una estrategia política sólida. El mercado, que antes aplaudía la audacia de Milei, ahora pide señales claras de institucionalidad y capacidad para gobernar.
La estabilización macroeconómica —con una inflación que cayó de casi 300% a menos de 37%— es técnicamente notable, pero políticamente insuficiente. Sin una narrativa inclusiva ni mejoras tangibles para la población, los logros del equipo económico corren el riesgo de convertirse en espejismos. La legitimidad del ajuste depende de su capacidad para traducirse en bienestar, no solo en métricas.
Para el Perú, lo que pasa en Argentina deja lecciones valiosas. Comparar ambos países requiere de entender sus diferencias: Perú tiene un Banco Central independiente y fundamentos sólidos, pero también ha vivido momentos de inestabilidad en el pasado. La estabilidad política parece no estar garantizada en nuestro país, y si se debilita, cualquier golpe externo —como una caída en los precios de los minerales o una crisis financiera— puede afectarnos mucho más.Gobernar sin alianzas es como navegar sin timón. Milei busco hacer reformas profundas con un equipo débil y sin apoyo legislativo. El resultado fue una parálisis, y en el Perú, los presidentes sin bancada enfrentan el mismo problema. Pero no toda alianza es buena: lo importante no es cuántos se suman, sino si comparten o no un proyecto claro y ejecutable.Finalmente, la estabilidad política no aparece en Bloomberg, pero influye en el precio de todos los activos. Esta frase, aunque suena bien, necesita ser más que una metáfora.
¿Cómo se mide esa estabilidad? ¿Qué señales la anticipan? Perú no puede confiar solo en sus técnicos. La capacidad de construir acuerdos, respetar las instituciones y generar confianza es tan importante como tener buenas cifras fiscales. En un mundo con tensiones geopolíticas, desaceleración en China y ajustes en EE.UU., cualquier sacudida externa puede amplificar nuestras debilidades si no hay cohesión interna.
Argentina no es un espejo perfecto, pero sí un reflejo útil, y cuando esta tropieza, el Perú debería mirar con atención, no para copiar respuestas, sino para anticipar preguntas. Porque en América Latina, la política no solo acompaña a la economía: la define y, en ese sentido, el 2026 será un año clave para nosotros.








