Periodista
Es realmente lamentable y vergonzoso el espectáculo que cada día ofrecen el Ejecutivo y el Legislativo.
Mientras el país enfrenta: i) justificadas preocupaciones y reclamos de los ciudadanos y sus organizaciones; ii) inaceptable aprovechamiento de quienes quieren sacar ventaja de la situación; iii) violencia que se ejerce en diferentes localidades y desde diferentes sectores; y, iv) la incertidumbre; los dos poderes del Estado, al más alto nivel, se enfrascan en inútiles e inservibles discusiones, tipo: “tú tienes que venir a mi convocatoria, porque yo te cité primero”, “tú le quitaste el IGV al faisán…yo no fui”.
En lugar de solucionar los problemas, los generan o los empeoran. Por actitudes caprichosas y pueriles como esas es que, con toda razón, cada vez más gente quiere que se vayan todos.
La presencia del Presidente, con la actitud, gestión y compromisos que mantiene, es insostenible. Pero la vacancia no es posible en los hechos, los pedidos de renuncia no son escuchados, y la presión de la calle no surte efecto todavía.
En adición, la posibilidad de que la vice Presidenta pueda asumir la Presidencia y culminar el mandato con cierto respaldo, se empieza a esfumar aceleradamente.
Y la sola mención de que la actual Presidenta del Congreso asuma la Presidencia interina, genera escalofríos.
¿Qué hacer?, ¿cuál es la salida?, ¿vamos a seguir solo con declaraciones, cartas, o “exhortaciones” para exigir la renuncia de Pedro Castillo?, ¿ese es el único objetivo?, ¿y después qué?.
Semanas atrás barajamos algunas posibilidades y escenarios , que solo son tres, y señalamos que en todos los casos se requiere de un pacto político previo entre todos los sectores democráticos.
Si el Presidente no quiere renunciar, y no se le puede vacar, debe ser persuadido por la fuerza de un pacto político previo, de dejar la gestión del gobierno en manos de un Primer Ministro y de un gabinete solventes moral y profesionalmente. Esto requiere, en simultáneo y como parte de ese pacto, de un gesto importante de los sectores democráticos: un cambio inmediato de la Mesa Directiva del Congreso.
Si el Presidente renuncia, o lo vacan finalmente, y asume la vice Presidenta, ella no tendrá ninguna posibilidad de hacer un gobierno con un mínimo de estabilidad, ni de sobrevivir políticamente en la Presidencia, sin un acuerdo político y sin consensos mínimos previos alrededor del gabinete y de la agenda.
Y, finalmente, no hay, política ni socialmente, ninguna posibilidad de que renuncien o vaquen al Presidente y a la vice Presidenta, y se queden los actuales congresistas por el resto del mandato.
El Congreso tendrá que convocar a elecciones verdaderamente generales. ¿Quién debe dirigir la transición?, definitivamente no lo puede hacer la actual Presidenta del Congreso, que, con sus actitudes, acciones, gestos, y expresiones, ya se ha convertido en parte del problema.
Allí también se requerirá de un pacto político interno que lleve a la Presidencia del Congreso, y por tanto, a la Presidencia interina de la República, a una persona sensata, con experiencia, y con profundo sentido democrático. No se nos ocurre otro nombre que el de Gladys Echaiz, sin aspiraciones políticas electorales, y con profundo conocimiento del derecho.
Ella también necesitará de un pacto político, porque si bien hay que hacer reformas políticas con miras a nuevas elecciones, también hay que volver a poner al país en marcha, y hay que evitar que suceda lo ocurrido antes de este gobierno, cuando se hizo una gestión interina con claro sesgo político.
El pacto político es indispensable y anterior a cualquier desenlace –y hasta debe ayudar a provocar el desenlace con “puentes de plata” o sin ellos-, si es que no queremos seguir tocando fondo. Y su convocatoria es urgente si no queremos que se siga destruyendo al país, o, lo que es peor, se vaya “normalizando” la situación y convivamos con la mediocridad y el fracaso, y lleguemos a unas elecciones regionales y municipales que empeoren las cosas.
Las preguntas claves son: ¿quién o quiénes convocan de inmediato a ese acuerdo?, ¿quién o quiénes participan?, ¿cuál debería ser la agenda mínima y urgente?.
Ahí hay que concentrarse.