Escribe: Jorge Beingolea, vicepresidente de Soluciones de Portafolio en Credicorp Capital
(3 de octubre del 2024) Luego de caer más de 60% desde su pico de febrero del 2021 y haber languidecido los últimos dos años mientras el resto de las acciones globales se recuperaban de un muy mal 2022, las acciones chinas han experimentado una violenta subida de 30% durante las últimas 3 semanas. ¿Qué explica un movimiento tan abrupto y cuán sostenible puede ser?
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Durante los últimos 3 años, la actividad económica en China se ha venido debilitando lenta, pero consistentemente, al punto de poner en riesgo la meta de 5% de crecimiento establecida para este año. Una serie de políticas públicas enfocadas en prevenir excesos y desequilibrios en distintos rubros (la política cero COVID, las limitaciones al financiamiento de las desarrolladoras inmobiliarias, el embate regulatorio en el sector tecnológico y el estímulo fiscal y monetario a cuentagotas) ha tenido un impacto notablemente negativo en la confianza del consumidor y el empresariado chino. Producto de esto, hoy la economía china está en deflación -los precios de bienes y servicios caen sostenidamente-, lo cual hace muy difícil estimular la demanda interna si no es con recortes de tasa de interés extremadamente agresivos, política fiscal expansiva y señales de estabilidad para montar negocios. Los inversionistas globales durante los últimos años al notar este entorno han castigado duramente las valorizaciones de las acciones chinas, teniendo en cuenta además el aumento del riesgo de segregación de la economía global luego de la invasión de Rusia a Ucrania.
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Tras varias partidas en falso, el gobierno chino la semana pasada aparentemente cruzó su umbral del dolor y anunció una amplia serie de medidas destinadas a potenciar la demanda interna desde distintos frentes. Los anuncios más saltantes incluyen el estímulo monetario (aprovechando el primer recorte de la Reserva Federal, el Banco Popular de China recortó en 0.20% su principal tasa de referencia y redujo la tasa de encaje bancario en 0.50%), el estímulo al sector inmobiliario (reducción de 0.50% en tasas hipotecarias existentes, menor cuota inicial requerida para compra de inmuebles para inversión y financiamiento a gobiernos locales para comprar viviendas no vendidas) y el soporte al mercado accionarial (provisión de liquidez a entidades financieras para invertir en acciones y a entidades no financieras para recomprar emisiones de capital). Esta no es una lista exhaustiva, pero sugiere un cambio sustancial de postura fiscal y monetaria dirigido a combatir la crisis de confianza de los agentes económicos locales, lo cual ha sido premiado por los inversionistas internacionales, que han tratado raudamente de tomar posiciones en acciones chinas.
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Hasta hace unas semanas el posicionamiento en acciones chinas era tan bajo y el sentimiento tan negativo que la reacción al alza luego de estos anuncios fue explosiva. Incluso después de este episodio, las valorizaciones de las acciones chinas siguen siendo baratas respecto tanto a su propia historia como al resto de acciones globales; asimismo, el flujo de entrada de dinero extranjero a la bolsa china aún no termina de compensar el flujo de salida de los últimos dos años. Por ende, el rally podría seguir en el corto plazo basado esencialmente en sentimiento. Sin embargo, para que este sea el inicio de un mercado alcista estructural, probablemente será necesario que el Partido Comunista Chino no solo implemente los recientes anuncios, sino que acentúe el estímulo fiscal hacia los hogares y las señales de confianza hacia el empresariado.
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