Gerente general de AFP Integra
La expectativa generada por el rápido avance de los usos de la inteligencia artificial desde el lanzamiento de ChatGPT a finales de 2022 no tiene límites. ChatGPT alcanzó un millón de usuarios en cinco días, mientras que a Facebook le tardó 10 meses en 2004.
Un reciente estudio de Goldman Sachs estima que el uso masivo de esta tecnología puede llegar a agregar 7% al crecimiento anual global en los próximos 10 años. Sin embargo, así como se ha generado mucho optimismo, se han generado también temores.
El miedo a que el uso de inteligencia artificial destruya cientos de millones de puestos de trabajo se ubica al tope de la lista. Razones para esto existen, sobre todo porque la inteligencia artificial se está vendiendo como una herramienta de bajo costo que puede reemplazar tareas que hoy realizan los seres humanos.
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Y está claro que hay actividades que pueden ser realizadas fácilmente por la nueva tecnología. Ahora bien, esta no es la primera vez, ni será la última, que como sociedad nos enfrentamos a desarrollos innovadores y tecnológicos de gran impacto.
Desde 1990, el mundo ha asimilado cambios tan trascendentales como la incorporación de China en el comercio mundial o el uso masivo del internet y los smartphones. Todos cambios que han tenido profundo impacto en la economía y mercado laboral.
No obstante, durante este periodo de tiempo, la tasa de desempleo en los países del G7 pasó de 6.5% a un poco menos de 4%. No pretendo con esto minimizar los efectos que las nuevas tecnologías tienen en la sociedad, ya que en los grandes números se esconden a ganadores y perdedores, pero si reflexionar respecto a la magnitud fatalista que en algunos foros se propone.
Creo que hay dos factores que tienen alta correlación con el impacto que la inteligencia artificial tendrá en las dinámicas laborales. Primero, cuál será la velocidad de adopción. Es decir, qué tanto y qué tan rápida será utilizada para proveer soluciones.
A mayor velocidad, mayor disrupción, ya que el periodo de reskilling será más corto. Segundo, qué tanto y qué tan efectiva será la regulación que, sin ninguna duda, generará el uso de la inteligencia artificial. A mayor velocidad de adopción, mayor será el impacto en el mercado laboral y mayor será la tentación de sobrerregulación.
La innovación y desarrollo tecnológico han sido fundamentales para el crecimiento económico. También lo han sido, en mi opinión, claves para el progreso de la sociedad, entendiendo este como el desarrollo de ecosistemas que provean de mejores condiciones para mejorar la calidad de vida de todas las personas. La inteligencia artificial tiene todo para desarrollar estos ecosistemas.
No se debe entender como una herramienta cuyo objetivo es reemplazar la fuerza laboral para reducir costos (un bot vs. un profesor de historia), sino como una herramienta que puede ser utilizada para mejorar la calidad del servicio ofrecido (un profesor de historia más capacitado para brindar educación de calidad superior a igual o mejor costo en beneficio de los estudiantes). La coordinación y colaboración público-privada serán fundamentales para lograr una transición virtuosa.
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