
El análisis es incómodo, pero necesario para cerrar el año sin autoengaños. En la entrevista que realizamos a Carlos Parodi —profesor principal de Economía de la Universidad del Pacífico— no hay espacio para eufemismos: desde el 2016 el Perú ingresó a un ciclo donde se rompió el equilibrio de poderes y se normalizó una forma de gobernar basada en el corto plazo. Lo que emergió, en sus palabras, es un “autoritarismo legislativo” en el que el Congreso, liberado de contrapesos efectivos, pasó a manejar la billetera pública como instrumento político, no de política pública.
La lógica es transparente. Un Parlamento con iniciativa de gasto, con incentivos electorales permanentes y ahora con la mirada puesta en el nuevo Senado, ha convertido la legislación en una antesala de campaña. No se legisla para corregir fallas del Estado, sino para financiar ambiciones personales. En ese escenario, el Ministerio de Economía y Finanzas —históricamente el ancla de prudencia— empieza a mostrar grietas preocupantes. La advertencia del Consejo Fiscal sobre el volumen y el impacto de las leyes aprobadas por el Congreso no es técnica: es política. Y es grave.
El problema de fondo hacia el 2026 no es solo fiscal, sino conceptual. El populismo, como insiste Parodi, no es una ideología, sino una estrategia diseñada con precisión quirúrgica para ganar elecciones. Divide a la sociedad entre “el pueblo” y “la élite”, construye antagonismos simples para problemas complejos y promete soluciones inmediatas. Funciona en campaña, fracasa en el gobierno. Por eso es, por definición, antidemocrático: concentra poder y viola las reglas básicas de la economía.
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Para sostener esa ficción, el libreto es conocido: gastar lo que no se tiene, intervenir precios, debilitar la inversión y postergar los costos. El Perú ya ha recorrido ese camino, pero desde el 2016 lo ha hecho de manera más persistente y corrosiva. Parodi no duda en calificar este periodo como un ciclo “absolutamente populista”, con daños acumulativos que hoy se reflejan en crecimiento perdido, instituciones debilitadas y una ciudadanía desencantada.
¿Qué nos espera en el año electoral? Un auténtico “concierto de promesas”. Con más de 30 candidatos disputando fragmentos de un electorado hastiado, la agresividad y la polarización serán las principales herramientas para cruzar la valla. No se trata solo de dispersión política, sino de un discurso cada vez más violento que busca capturar el voto de una población que asocia la política casi exclusivamente con corrupción e ineficiencia.
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La próxima elección se definirá —como advierte Parodi— por quién parezca más creíble prometiendo orden, seguridad y soluciones rápidas, incluso si no tiene la menor idea de cómo implementarlas. El problema no es la urgencia de las demandas ciudadanas, sino que llevamos años confundiendo urgencia con improvisación.
El riesgo para el sector empresarial y para la estabilidad macroeconómica no está solo en el discurso, sino en la erosión de las últimas anclas de confianza: el Banco Central de Reserva y la SBS. Parodi es categórico: cualquier intento de someter estas instituciones a una lógica populista no generaría incertidumbre, sino caos económico.
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El balance del 2025 deja, además, una advertencia institucional. El nuevo sistema bicameral no será una solución mágica si el Senado concentra poder sin contrapesos reales. En ese contexto, el próximo presidente o presidenta podría no completar su mandato si no logra construir alianzas mínimamente funcionales con el Parlamento. El populismo, fiel a su narrativa, nunca pierde: si todo sale mal, siempre habrá una élite a la que culpar.
El reto para el ciudadano, el inversionista y el país en su conjunto es distinguir entre el ruido del “concierto de promesas” y la viabilidad real de un Estado que ya no puede darse el lujo de seguir perdiendo puntos de crecimiento mientras seguridad, salud y educación permanecen en cuidados intensivos.

Magíster en Economía, diplomado internacional en Comunicación, Periodismo y Sociedad, estudios en Gestión Empresarial e Innovación, y Gestión para la transformación. Cuento con más de 15 años de experiencia en el ejercicio del periodismo en medios tradicionales y digitales.








