Universidad del Pacífico
El día de ayer (y espero que hoy no) por todo Lima corrían los rumores de saqueos, se han suspendido las clases en varios puntos del país. Se sentía el temor de la gente. Una vez más la incertidumbre y los costos que esta impone. Ante noticias de este tipo un vendedor en un mercado va a ir con cuidado, las tiendas han cerrado todo el día y se pierde la oportunidad de hacer negocios por miedo a perderlo todo.
Es cierto que hay muchos oportunistas que van a buscar aprovecharse y las fake news abundan. Se han visto muchos videos que luego han sido desmentidos por las autoridades y los mismos supuestamente afectados. La paralización de muchas actividades el día de hoy afectan más ya nuestro crecimiento mermado por las expectativas negativas desde el inicio del año. Y es que caemos en un cóctel perfecto para que cualquier mal movimiento dispare una escalada de violencia. Esto no es exclusivo de nuestro país, lo hemos visto en otros. El otro tema es el manejo de expectativas y la débil institucionalidad que presenta nuestro país.
Sin duda, el incremento de los precios de productos alimenticios de primera necesidad y los combustibles ha sido un factor que ha avivado estas protestas, pero sobre esto se están aprovechando otros grupos que en un contexto que puede convertirse en populista desde el Ejecutivo y el Legislativo. Estos grupos ven que tienen un espacio para hacerse escuchar y sacar algún provecho.
Estos grupos siempre han buscado sacar ventaja. Son muchos grupos informales que buscan que sus actividades se legalicen. Ceder ante ello creo que sería un craso error porque sabemos que la informalidad referida más a la forma de operar que a tener un permiso o no es muy perniciosa. Se crea una cultura delincuencial y de baja productividad que afecta a toda la economía. Ello porque no es que solo sea un sector, luego será otro y seguirá otro. Esto debe detenerse y evitar estos comportamientos oportunistas. Ahora las formas son violentas, pero luego serán de otro tipo. Seguirán insistiendo y lo lógico es que tuviéramos una contraparte que pueda imponer la razón y el orden. Lamentablemente el desgaste político de los enfrentamientos entre el Congreso de la República y el Ejecutivo ha desviado el foco de estos problemas.
La débil institucionalidad del Estado peruano sumado al desorden que impera actualmente genera espacios para que sean aprovechados por estos grupos. Probablemente tienen algunos puntos que deben ser escuchados, pero por un mínimo de consecuencia no se inicia una conversación en un contexto de violencia porque eso es ceder en cuanto a la vigencia del Estado de derecho. Y los precedentes juegan en nuestra contra.
Legalizar la informalidad sería de una torpeza colosal porque tiraría por la borda todo lo poco o mucho avanzado en algunos frentes en los últimos años. Por otro lado, sería un pésimo incentivo para los formales porque verían que de nada vale el esfuerzo de cumplir con las reglamentaciones y obligaciones si un grupo, prepotencia de por medio, impone sus reglas y obtiene beneficios. Esto es lo que se logra con el desorden, que medidas de emergencia para ceder nos hagan retroceder décadas y nos condenen a años de crecimiento mediocre como el que tendremos este año y del que cada vez perdemos más esperanzas de que sea un buen año a pesar de la coyuntura internacional que tenemos con los precios de los minerales. La tarea de reconstruir el Estado peruano debe ser lo primordial en los próximos años si queremos brindar bienestar a los peruanos.