Socio Fundador de Amrop Perú
En tiempos de alta polarización, donde las partes —tristemente— enfrentadas difícilmente pueden encontrar consensos, y existe una clara vocación del gobierno por agudizar ciertas contradicciones y promover el desorden y caos, los otros poderes del Estado deben estar convencidos de su mandato de equilibrar la cosa pública. ¿Y cómo podemos reforzar precisamente dicho equilibrio? Desde mi punto de vista, defendiendo con vehemencia y convicción dos elementos fundamentales para el funcionamiento de la sociedad moderna: la democracia y la economía social de mercado. Y como nosotros no creemos en la alienación de la ley (es decir, la creencia de que algo —por estar escrito y publicado— automáticamente implementa a la perfección), debemos preocuparnos —en primera instancia— de elegir bien a los servidores públicos que toman las decisiones que hacen de las políticas de Estado una realidad.
El Congreso, criticado con toda justicia y —por ello— profundamente impopular, ha dado un ejemplo que debe replicarse a futuro: la elección de los magistrados del Tribunal Constitucional. Como última instancia de rectoría constitucional, el TC vela por la defensa del uso correcto de nuestra Carta Magna. Sin duda, un ente extremadamente importante que garantiza el funcionamiento de un Estado que debe regirse bajo ciertas condiciones no negociables. Desde Perú Libre y Pedro Castillo, múltiples voces han levantado banderas en favor de la instauración de una Asamblea Constituyente que traiga como consecuencia una nueva Constitución. Esta iniciativa (que, valgan verdades, es compartida por sectores anacrónicos de la izquierda peruana) representa una amenaza no solo al funcionamiento de una economía social de mercado, sino a la democracia y al equilibrio de poderes.
No voy a negar que el proceso de elección de los seis nuevos tribunos ha sido sujeto a críticas y cuestionamientos (discusión de la que no quiero concentrarme en este artículo), pero creo que la coyuntura amerita cierta discrecionalidad que se justifica por un fin superior: la democracia. Sí, el Congreso ha elegido bien. Ha elegido a quienes conformarán un Tribunal Constitucional que blindará al modelo económico de tentaciones estatistas y populistas. Añadido a ello, este TC representa el fin de los sueños delirantes de una dictadura del proletariado (increíble que sigamos envueltos en debates propios del siglo pasado) encabezada por Vladimir Cerrón. Si bien el lado negativo de esta historia tiene que ver con la transparencia del proceso de elección, el lado positivo consiste en que no habrá cambios estructurales en la organización del gobierno ni en el modelo económico. Y siempre hay que priorizar el bien superior. Se ha logrado. Podemos respirar tranquilos en ese muy específico sentido.
Otro ejemplo fue la elección de los tres directores del Banco Central de Reserva del Perú por parte del Congreso (el Ejecutivo elige a los tres directores restantes) en noviembre del 2021. Proceso de vital importancia que dio lugar a la selección de tres directores altamente competentes y de trayectoria intachable. La historia de éxito económico del Perú tiene como uno de sus protagonistas al BCRP, ente que —gracias a su autonomía constitucional— ha logrado que el Perú mantenga una inflación anual de un solo dígito durante más de 20 años. He ahí su inmensa relevancia. Defenderlo de cualquier manejo irresponsable y heterodoxo es vital. Y así sucedió, felizmente.
¿Cuál es el aprendizaje de todo este contexto? Los poderes del Estado, con voluntad política y sentido de urgencia, pueden tomar decisiones de asignación de servidores públicos bajo criterios de calidad. Sin embargo, con dos casos aislados (BCRP y TC) no se puede implementar una política de largo plazo. Para lograr limpiar el aparato del Estado, mi recomendación es que las convocatorias a este tipo de profesionales y gestores públicos sean transparentes, honestas y fáciles de transmitir. ¿Cómo? Desde mi punto de vista y experiencia, se debe tercerizar la convocatoria y prefijar filtros de selección hasta llegar a una terna. Existen firmas de headhunting debidamente capacitadas para este propósito.
Como declaró semanas atrás Julio Velarde, Presidente del BCRP, “si queremos crecer económicamente se necesita un sector público que esté preparado”. Y, qué duda cabe, para distribuir ingresos, necesitamos seguir creciendo. Para ello, el Congreso, los demás poderes del Estado, y en general la administración pública, deben replicar esta experiencia no solo para organismos de tanta importancia como el BCRP y el TC, sino para toda la burocracia estatal. Así se transforma el Estado y el bienestar de los peruanos. Basta de procrastinar. Que no sea necesario estar al borde del abismo para activar nuestro sentido de urgencia. Todavía estamos a tiempo!