Dólar: Foto: GEC
Dólar: Foto: GEC

Divisa. La vertiginosa caída del dólar en el 2025 ha sido uno de los hechos económicos saltantes en el Perú y en la mayoría de principales economías del globo.

Es menester partir de este hecho para desterrar la creencia, exacerbada últimamente, de que el sol reverbera como una estrella solitaria en medio de las demás monedas. Es, innegablemente, una divisa estable en el concierto regional en el primer cuarto del siglo; pero su fortalecimiento este año frente al dólar tiene que ver más con la tendencia declinante de la moneda estadounidense en varios países.

Se alinearon varios hechos que hicieron caer al dólar. En primer término, los tres recortes efectuados por la Fed (Reserva Federal de EE.UU.) en el 2025 y las perspectivas de más rebajas el año entrante. Como para avivar más estas expectativas, se suman los nombres de los candidatos más voceados por Donald Trump para reemplazar a Jerome Powell en la presidencia de la Fed en mayo, Kevin Hassett y Kevin Warsh, ambos partidarios de más reducciones de tasas y que dejan dudas sobre si la independencia de ese organismo se mantendrá en medio del afán del republicano por flexibilizar la política monetaria en ese país.

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Las políticas fiscal y comercial de EE.UU. dispuestas por el mandatario deterioraron las perspectivas sobre su economía y, por tanto, al dólar (-9.5% a nivel global). En ese entorno, la proverbial condición de activo refugio de esa divisa fue puesta en entredicho por los inversionistas que, para preservar su capital, optaron por otras monedas y por los metales preciosos, con el oro y la plata en máximos históricos.

Entrelazada con el retroceso del billete verde, que abarata las materias primas para los compradores internacionales, la subida récord de los metales detonó un abultado superávit de la balanza comercial del Perú (que cerraría en US$ 32,893 millones este año, según el BCR), que a su vez se tradujo en una abundante oferta de dólares en el mercado local y en el descenso de 10.6% frente al sol, el mayor en la historia posterior a la existencia del inti.

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Pero el sesgo declinante del dólar deja ganadores y perdedores. Entre los primeros, figuran los importadores, vendedores de autos y hasta los mismos ciudadanos por el pass through o traspaso de la baja del dólar a los precios. Entre los segundos, los exportadores y quienes reciben remesas, entre otros.

El BCR ha tomado nota de estas distorsiones, unas más complejas que otras, y, conforme a su prédica de buscar moderar la volatilidad del dólar, intervino comprando esa divisa luego de cinco años. En los albores de una campaña electoral que se anticipa turbulenta, cobra aún mayor sentido la actuación del Banco Central. Entretanto, las adquisiciones de la divisa le posibilitan ampliar las reservas internacionales, necesarias para apaciguar cualquier hipo cambiario en el 2026.

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