El domingo, mientras aquí celebrábamos las Fiestas Patrias, Venezuela vivió su elección presidencial más importante desde que Nicolás Maduro llegó al poder. No porque se esperase que la elección fuese a ser justa –se sabía que no sería así–, sino por lo que significó que el régimen haya tenido que celebrar ante los ojos del mundo la pantomima electoral de la que todos hemos sido testigos.
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En el pasado, manipular los resultados electorales había sido menos difícil para el chavismo. Las elecciones del 2012 y 2013, en las que Henrique Capriles compitió contra Hugo Chávez y Nicolás Maduro, respectivamente, hubo también claros indicios de fraude. Sin embargo, también era cierto que el chavismo mantenía todavía un apoyo popular relevante.
Esta vez, en cambio, la victoria de Edmundo González –el único candidato independiente que logró inscribirse y que fue endosado por María Corina Machado, la ganadora de las primarias opositoras– fue abrumadora. Esto no es una especulación, sino algo comprobable visitando la web publicada por González y Machado en sus redes, a la que se han subido copias oficiales de las actas de más del 70% de las mesas de votación del país.
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Según dichas actas, que deberían ser públicas pero que la oposición obtuvo principalmente gracias a la gran cantidad de ciudadanos que se ofrecieron como voluntarios testigos de mesa, González habría obtenido 6.3 millones de votos, mientras que Maduro, 2.6 millones. Pese a ser un resultado parcial, este sería irreversible.
Aun así, el resultado que dio el domingo el Consejo Nacional Electoral (CNE) venezolano –que está controlado por el chavismo– fue totalmente distinto. Según este, Maduro habría logrado un 51.2 % de los votos con 5.2 millones de votos, mientras que González un 44.2 %, con apenas 2.4 millones de votos. Una curiosidad aritmética de esos datos es que, si uno va más allá del primer decimal, encuentra solo ceros (las supuestas cifras de los dos candidatos son múltiplos del mismo número: 100,587.73). Es decir, no solo manipularon las cifras, sino que ni siquiera se esforzaron en hacerlo bien.
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El CNE se ha negado hasta el momento a entregar las actas a nivel de cada mesa, algo que toda la comunidad internacional, incluso gobiernos aliados como el de Colombia y Brasil, ya le han exigido. Y no sorprende, habiendo sido esta una elección en la que el fraude comenzó hace meses, con la inhabilitación y arresto de líderes opositores y otras estrategias, como las trabas para que puedan votar los venezolanos en el extranjero (solo el 1% de los 5 millones con derecho al voto en el exterior fue habilitado para votar).
Pese a todo, el pueblo venezolano dentro y fuera del país no se ha rendido aún. Desde aquí les deseamos mucha suerte. Ojalá pronto recuperen su democracia.