PBI. En abril, a pesar del notable incremento de la inversión pública (30.72%), el PBI apenas creció 0.31%, respecto del mismo mes del 2022, según el INEI. Con ello, el acumulado de los cuatro primeros meses del 2023 fue negativo. Dicho resultado no solo muestra que la economía peruana continuó enfriada, sino que no es tan cierta la aseveración de que la inversión pública es un “motor” que impulsa al resto de sectores productivos. De hecho, ni siquiera pudo impulsar al sector construcción, que se contrajo por cuarto mes consecutivo debido al componente privado –por la disminución de la inversión de empresas y de la autoconstrucción–.
¿Son suficientes dos motores? Al parecer, no. La producción minera metálica también tuvo un notable crecimiento en abril (20.86%) y su sector (minería e hidrocarburos) registró la mayor contribución al PBI de dicho mes. El efecto estadístico en importantes minas de cobre fue clave: Quellaveco recién inició operaciones en setiembre, mientras que Cuajone y Las Bambas sufrieron paralizaciones en abril del 2022, debido a bloqueos de vías impuestos por comunidades aledañas. Asimismo, la (tensa) calma que se vivió en abril último permitió a las minas operar con relativa normalidad. Pero no alcanzó para reactivar la economía en su conjunto.
Es que el clima no estuvo nada calmado. Las lluvias arreciaron durante un mes que suele ser seco y afectaron la producción agrícola. Retrasaron las cosechas y propiciaron la presencia de enfermedades fitosanitarias. Esto sería el preludio del fenómeno de El Niño, que se prevé sea de moderado a fuerte entre fines de setiembre y diciembre, según la Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos. Estas anomalías atmosféricas se están volviendo comunes debido al cambio climático y, a pesar de que el Perú es uno de los países más vulnerables, los sucesivos Gobiernos no han tomado acciones relevantes para mitigar sus efectos.
Y el actual parece esperanzado en que la economía se reactivará únicamente con sus programas “punche” (gasto corriente e inversión pública), pese a que las cifras lo refutan, pues no está teniendo en consideración el efecto multiplicador de la inversión privada. Y el factor que la está lastrando es el riesgo político, frente al cual la presidenta Dina Boluarte se muestra indiferente (lo mismo que el Congreso). Habría que informarles que, además de la construcción, actividades vinculadas a la inversión privada y con enorme peso económico, como manufactura no primaria, finanzas y telecomunicaciones, también cayeron en abril.