Editorial de Gestión. Las palabras de ‘tranquilidad’ de Castillo frente a los inversionistas privados no dan resultado. (Foto: Presidencia)
Editorial de Gestión. Las palabras de ‘tranquilidad’ de Castillo frente a los inversionistas privados no dan resultado. (Foto: Presidencia)

CASTILLO ANTE LA ONU. A pesar de que el embajador Manuel Rodríguez Cuadros considera que el presidente Pedro Castillo dio un mensaje “de certidumbre y de estabilidad” ante la Asamblea General de la , lo cierto es que sus declaraciones generaron que el canciller César Landa tuviera que aclarar lo dicho por el mandatario y dar las precisiones que este no pudo.

Queda claro que el espacio de la Asamblea General era el marco perfecto para fijar posición sobre algunos temas internacionales como los conflictos bélicos existentes, entre ellos el que se viene desarrollando entre Rusia y Ucrania, pero no era el espacio para temas como golpes de Estado, pues en este momento no son una preocupación mundial y, por el contrario, sonó a lamento peruano. En ese sentido, tampoco era necesario el ya consabido mensaje de ser un presidente que sale del pueblo, pues con esas palabras ya se presentó el año pasado ante el mismo foro.

Adicionalmente, queda claro que los constantes cambios en el Ministerio de Relaciones Exteriores le jugaron en contra al presidente, pues se refirió al Tratado de Escazú como si estuviera vigente, cuando si bien fue firmado por el Perú en 2018 no ha sido ratificado por el Congreso, y la última ocasión en que fue puesto a debate contó con el voto en contra de los legisladores de Perú Libre, el partido de gobierno. Algo similar ocurrió con el anunció de una embajada en Palestina, declaración que tuvo que ser morigerada por el canciller Landa.

Pero más allá de sus discursos—ayer comentamos la diferencia entre lo que se dice y lo que se hace en materia de educación—, el mandatario perdió la oportunidad de aprovechar el espacio que le permite esta reunión internacional para tener citas bilaterales con mandatarios de países que podrían ser socios comerciales, futuros inversionistas o colaboradores para intercambio tecnológico, temas de vital importancia para tratar de mejorar los resultados económicos del país. En lugar de ello, Castillo apostó por las reuniones bilaterales con sus pares de la región (Alberto Fernández, Gabril Boric, Gustavo Petro y Luis Arce), con quienes la cercanía física e ideológica hace más fácil poder juntarse en cualquier ocasión.

Si bien se informó que el presidente se reunió con más de 40 empresarios vinculados a la inversión en el Perú, estas reuniones seguro fueron más eficientes con el ministro de Economía y no requerían su presencia, porque hasta el momento las palabras de “tranquilidad” de Castillo frente a los inversionistas privados no dan resultado.

La labor de la Cancillería es guiar al mandatario y asegurarse de que el país aproveche al máximo estas reuniones, y parece que eso no ocurrió.


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