SEGUNDA VUELTA. Los avances de la ONPE ratifican la información difundida el domingo sobre los resultados de la primera vuelta electoral. Corresponde ahora evaluar las primeras conclusiones. Una de ellas es que la votación favoreció a las posturas más extremas, las agrupaciones que buscaban un planteamiento más de centro no consiguieron el apoyo mayoritario de los votantes.
Otra conclusión es que la desafección por la política es cada vez mayor en la ciudadanía. Eso se refleja en que los dos candidatos que pasarán a la segunda vuelta apenas superan el 30% de los votos válidos (eliminando blancos y viciados), es decir, representan a menos de la tercera parte del país. Es verdad que el alto número de candidatos (18) no ayudó, pero el comportamiento de los políticos y las autoridades hace que la población no los sienta cercanos y pierda el interés.
La dispersión del voto y la atomización que generará en el Parlamento necesariamente obligará a los candidatos a buscar consensos y alianzas, tanto para afrontar la segunda vuelta como para gobernar. Lamentablemente, la palabra negociación, por el deterioro de los partidos y los políticos, ha sido muy manoseada y está mal vista, es más, incluso genera desconfianza. Sin embargo, en política es necesario negociar, pero no bajo la mesa, sino para lograr consensos (no componendas) sin claudicar a los principios, lo cual no ha sucedido en los últimos años.
Las dos candidaturas que se enfrentarán el 6 de junio están en las antípodas del pensamiento de la mayoría del país. Pedro Castillo mantiene un discurso de izquierda radical y no ha sido claro en deslindar su relación con agrupaciones como Movadef. Keiko Fujimori, por su parte, enfrenta procesos de corrupción que, más allá de la lentitud o la claridad o no de las pruebas que tiene la Fiscalía, indudablemente es parte de su agenda pendiente; además, en su caso el antivoto es muy alto. El resultado abre varias interrogantes, una de las más importantes es justamente cuál será el comportamiento del antifuijimorismo en la segunda vuelta, corriente que es transversal a todos los estratos y los pensamientos ideológicos.
Las convocatorias al diálogo de ambos candidatos ya se iniciaron. La pregunta es: ¿qué tan sinceros son? Fujimori señala que buscará tener un gabinete incluso con miembros de la izquierda no radical. En tanto, Castillo, está dispuesto a conversar con todas las fuerzas políticas y apoyar la inversión privada. ¿Qué señales tendrán que dar para convencer de sus intenciones? Ninguno la tiene fácil.