Editorial de Gestión. El frenazo de la inversión privada también se observa en la menor demanda por bienes de capital.
Editorial de Gestión. El frenazo de la inversión privada también se observa en la menor demanda por bienes de capital.

EFECTO PERNICIOSO. La semana pasada, el presidente Pedro Castillo afirmó ante un grupo de embajadores que el Perú “es un destino seguro para las inversiones”. Es sabido que el mandatario adapta su discurso al público que tiene enfrente: cuando se trata de audiencias foráneas, los lee o los dice de memoria, mientras que en eventos como mítines o inauguraciones, improvisa y coincide con las posturas de sus colaboradores cercanos y miembros conspicuos del partido oficialista. Es decir, se une al belicoso coro que sigue culpando al sector privado de todos los males que aquejan al país e insiste en su obsesión por cambiarle el significado a la palabra “monopolio”.

Cumplidos nueve meses de incompetencia gubernamental y ataques contra la iniciativa privada, incluidas amenazas de intervención estatal, temores de aumentos de impuestos (para compensar las exoneraciones a alimentos y combustibles) y pésimo manejo de conflictos sociales (sobre todo en minería), se acumulan los indicios de que la inversión privada está en retirada. Esto a pesar de las constantes advertencias, desde el inicio del Gobierno, de que las empresas estaban postergando sus planes y proyectos, y ante la indiferencia y pasividad de la gran mayoría de congresistas.

Marzo y abril, meses en que se realizan las juntas anuales de accionistas, confirmaron la tendencia: la mayoría de empresas decidió no invertir en expandir sus operaciones (tan solo en mantenimiento) y retendrá las utilidades que pueda generar o las destinará a fusiones y adquisiciones, aunque buena parte será distribuida a los accionistas a través de dividendos. Al 15 de abril, esa alternativa alcanzó una cifra récord (S/ 16,402 millones), dinero que ha sido cambiado a dólares –porque es un activo refugio ante la incertidumbre– o transferido al extranjero. Aunque habrá mayor recaudación por el impuesto a los dividendos, estaría muy lejos de compensar la menor recaudación por Impuesto a la Renta.

Otro efecto pernicioso de la incertidumbre es la reorientación de inversiones, que ya se observa en agroexportadoras de Ica, que están optando por ampliar cultivos en destinos seguros (Colombia y Ecuador). El frenazo de la inversión privada –el BCR mantiene en 0% su proyección de variación para este año– también se observa en la menor demanda por bienes de capital: entre enero y abril, los precios de maquinaria y equipo cayeron 5%, en contraste con la fuerte tendencia alcista de los precios al consumidor y al por mayor. Y todo esto ocurrió antes de que Castillo anuncie su proyecto de ley de asamblea constituyente.