FUNDAMENTOS. En agosto pasado, el BCR comenzó a elevar mensualmente su tasa de interés de referencia con el fin de reducir las expectativas inflacionarias y “normalizar la política monetaria”, que en el 2020 flexibilizó a causa de la pandemia. Una consecuencia de esa medida ha sido el encarecimiento del crédito, aunque el impacto ha sido más pronunciado en los segmentos que no tienen acceso a fuentes de financiamiento internacionales.
“Las tasas de interés de los segmentos microempresas y medianas empresas, cuyos costos de crédito están más relacionados con el riesgo crediticio, presentan los mayores incrementos en sus tasas de interés”, señala el Reporte de Inflación del BCR, publicado el fin de semana. Esa tendencia continuaría en los próximos meses, considerando que Standard & Poor’s (S&P) redujo de BBB+ a BBB el rating crediticio del país el 18 de marzo –tres días después de pasar a la categoría “basura” a la deuda emitida por Petroperú–. Y el 21 de marzo también redujo el rating de cinco bancos y dos entidades de segundo piso.
Si se rebaja la calificación de entidades del sistema financiero nacional, el resultado será una mayor dificultad para acceder a líneas de financiamiento a tasas atractivas y, con ello, el crédito seguirá encareciéndose, en especial para los segmentos mencionados. La justificación de S&P para esta evaluación es clara y, lamentablemente, obvia: “El entrampamiento político está socavando los esfuerzos para mantener una sólida confianza de los inversionistas y limitando las perspectivas de crecimiento”, un daño que ni en el Gobierno ni en el Congreso parecen entender, mucho menos asumir que son sus causantes.
Y hay que sumar otro rubro que, según la SBS, todavía no recupera sus niveles prepandemia: los créditos de consumo. En este caso, existe una relación directa entre el discurso hostil y las acciones del Gobierno contra las empresas formales, pues han ocasionado el retroceso de la inversión y, por ende, un deterioro del empleo adecuado y de los ingresos reales de los trabajadores, que están muy lejos de sus niveles prepandemia. Ante esta situación, las entidades financieras han sido más cautas para otorgar préstamos personales.
Este rubro dinamiza sectores como comercio y servicios. Estos negocios han cifrado sus esperanzas en el repechaje que disputará la selección masculina de fútbol, pero ese encuentro será en junio y el Mundial arranca el 21 de noviembre, y eso es mucho tiempo. Si la inestabilidad política continúa, el país podría seguir perdiendo su prestigio como sujeto de crédito.