ACCIÓN POPULAR. El último martes, ocho de los 15 congresistas de la bancada de Acción Popular anunciaron su renuncia a ese grupo parlamentario, aunque no necesariamente al partido.
La decisión fue anunciada luego de que dicha bancada eligiera como su nuevo vocero a Darwin Espinoza, uno de los legisladores más cuestionados del grupo de ‘los niños’, quienes se aliaron a Pedro Castillo durante su gobierno a cambio de favores políticos aún bajo investigación. Ello a pesar de que, curiosamente, López fue elegido con ocho votos, lo que implica que al menos uno de los ocho renunciantes votó a favor del nuevo vocero.
El propio Espinoza, por su parte, ha afirmado que sus ahora excolegas renunciaron la bancada “por capricho”. Y ha anunciado que no piensa renunciar a ser el nuevo vocero. ¿Cómo es que un partido que alguna vez fue de los más institucionales ha podido llegar a esta situación tan precaria?
Sin duda, no ha sido de la noche a la mañana. Hace ya varios años que hemos visto cómo Acción Popular ha pasado de ser uno de los partidos tradicionales mejor organizados, a convertirse en lo que politólogos como Mauricio Zavaleta denominan una “coalición de independientes”. Cómo explicar sino que un mismo partido pueda haber tenido en los últimos años a líderes de perfiles tan distintos como Manuel Merino, Víctor Andrés García Belaunde y Yonhy Lescano. O a candidatos presidenciales tan distintos como el propio Lescano, Alfredo Barnechea o Valentín Paniagua.
Otra muestra clara de la desorganización que hoy caracteriza a este partido ha sido la disputa que existió por años para definir a un secretario general oficial del partido, la cual tuvo que ser finalmente resuelta por el Jurado Nacional de Elecciones en el 2021. Aquella vez, el JNE reconoció la elección de Edmundo del Águila, luego de dos intentos fallidos de elección en el 2016 y 2017.
Dicho esto, lo ocurrido durante el gobierno de Pedro Castillo y su alianza con el grupo de ‘los niños’ ha agravado con creces los problemas antes mencionados. Hoy Acción Popular no solo es un partido que alberga a gente de tendencias muy distintas, sino uno que alberga a políticos seriamente cuestionados y con pruebas contundentes en su contra en los procesos penales que se les viene siguiendo por presunta corrupción. Congresistas que, además, tienen también la desfachatez de proponer normas para favorecerse a sí mismos, como el recientemente planteado retorno de la inmunidad parlamentaria o la norma aprobada hace poco sobre la colaboración eficaz.
Así las cosas, hoy es difícil ver a Acción Popular como un partido que camine hacia “adelante”.