MANIFESTACIÓN. Hasta el cierre de esta edición, la marcha convocada contra el Gobierno se mantenía en una tensa calma. Si bien a primera hora de la tarde, las movilizaciones se llevaron a cabo con tranquilidad, conforme llegó la noche y los manifestantes avanzaban hacia la avenida Abancay, los enfrentamientos se fueron dando, debido a la violencia de las personas que integraban la marcha y que usaron piedras, bombas de humo y pirotécnicos para atacar a la Policía y la reacción de la autoridad que buscaba replegarlos.
Si bien varias de las demandas de los manifestantes tenían un tono político, algunas son legítimas pues buscan cubrir necesidades de la población. Sin embargo, la búsqueda de un resarcimiento social no justifica la violencia, el atentado contra la propiedad privada o el cierre de carreteras; y, frente a ello, es deber del Gobierno mantener el orden, sin excesos en el uso de la fuerza.
La convocatoria a la llamada “Toma de Lima” no llegó a las dimensiones suscitadas a inicios de año, pero no resultaría adecuado que el Gobierno lo tomará como “un respiro”. Por el contrario, el Ejecutivo debe escuchar a quienes se han manifestado en diferentes lugares del país y buscar soluciones a las demandas sociales planteadas para conseguir la estabilidad política que requiere el Gobierno. Sobre todo, si lo que pretende es concluir el mandato hasta julio del 2026.
La respuesta del Gobierno no puede centrarse solo en el gasto público vía bonos, ayuda directa o programas como Con Punche Perú, no solo porque no cubre todas las necesidades sino, además, porque los fondos se acaban. Es necesario realizar un trabajo desde diferentes frentes. Haciendo más efectivos los programas sociales, pero también mejorando la capacidad de gestión en todos los niveles de Gobierno para cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos (salud, educación, seguridad, etc.) de manera rápida y adecuada.
El Gobierno no puede confiarse porque los reclamos y los conflictos sociales son un tema latente en el país. Tal como decíamos desde estas líneas el día de ayer, esto es visto como un problema tanto por los agentes económicos internos como por los externos y afecta la situación económica. Mientras se mantenga la inestabilidad política no habrá un clima mínimo apropiado para la inversión privada, y la falta de esta inversión impide la generación de empleo formal que es la única manera en que los peruanos puedan ver mejoras en sus ingresos y su nivel de vida.
El Gobierno no tiene espacio para tomárselo con tranquilidad.