CUENTAS FISCALES. El déficit fiscal del 2024 equivalió a 3.6% del PBI, casi en línea con el cálculo del BCRP en su Reporte de Inflación de diciembre, aunque su proyección previa, publicada en septiembre, fue 3.3% del PBI. José Arista, titular del MEF, despacho que se encarga del diseño y manejo de la política fiscal, señaló el pasado 7 de enero que ese indicador se situó entre 3.5% y 3.7% del PBI, o sea que no contaba con un número concreto, sino con una especie de “rango meta” de última hora. Esto refleja lo desprolijo que fue el manejo de las cuentas fiscales el año pasado, así como la pasividad del MEF frente a las leyes derrochadoras dictadas por el Congreso.
En julio, mediante el Decreto Legislativo 1621, el Ejecutivo elevó la meta de déficit fiscal del 2024 de 2% a 2.8% del PBI. En otras palabras, el desequilibrio fiscal casi se ha duplicado respecto de lo proyectado inicialmente. Es el segundo año consecutivo en que se incumple esa meta, aunque el antecesor de Arista, Alex Contreras tuvo que lidiar con la recesión –que reduce los ingresos públicos y aumenta las necesidades el gasto social–, así como con su negativa de admitir que la economía peruana estaba contrayéndose.
Arista inauguró su gestión, en febrero, con una postura firme en contra del aumento del gasto corriente –aseguró que se cumpliría la meta fiscal original–, y ofreció impulsar la recaudación con medidas fiscalizadoras y ampliación de la base tributaria efectiva (contribuyentes que declaran y pagan impuestos). O sea, habría “poda y cosecha”. Pero su enfoque no tuvo el resultado esperado. Es que proyectaba una fuerte recuperación de la recaudación, que recién ocurrió en diciembre, para financiar su expansión del gasto de capital (inversión pública).
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Ese rubro aumentó 18.2% el 2024, respecto del 2023, lo cual es positivo porque genera empleo (temporal) y obras de infraestructura, tan necesarias para reducir brechas en el país. El gasto corriente aumentó 3.8%, aunque el incremento fue mayor en remuneraciones (8.7%), lo que perjudicó el gasto social. Para cubrir el aumento del déficit, el MEF recurrió al endeudamiento vía la emisión de bonos soberanos, además de bonos globales (que no se emitían desde el 2021).
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En otras palabras, se ha trasladado el problema a futuros gobiernos. Y si el desmadre fiscal continúa, cortesía del Congreso principalmente, el Perú dejará de ser visto por los mercados internacionales como ejemplo de responsabilidad fiscal y será más caro emitir bonos. En el frente interno, el desequilibrio fiscal con fuerte componente salarial tiene efectos inflacionarios.
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