En países que toman en serio la prevención de desastres naturales, los colegios cuentan con instalaciones apropiadas a fin de servir como refugios temporales para las poblaciones afectadas.
En el Perú, en cambio, son parte de la infraestructura dañada y en incontables ocasiones quedan inhabitables tras un terremoto o un fenómeno de El Niño. Sin embargo, “inhabitables” podría entenderse como un eufemismo, porque siguen siendo utilizados pese a los riesgos que corren alumnos y profesores.
Cuando se acerca el inicio del año escolar, durante algunas semanas la brecha de infraestructura educativa se convierte en preocupación de presidentes, ministros (de Educación, del Midis, de Economía), así como de congresistas y autoridades subnacionales.
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Y siempre culpan de esa creciente brecha a gestiones pasadas. El ministro de Educación actual, Óscar Becerra, ha seguido ese guion. Ha dicho que en el último año y medio solo se entregó un colegio, lo que fue una crítica a la ineptitud del Gobierno de Pedro Castillo no es el único miembro del Gabinete en diagnosticar lo que ya se sabe.
Becerra va a cumplir tres meses en el cargo y en lugar de informar sobre cómo revertirá la ineficiencia del Minedu para ejecutar su presupuesto en infraestructura (y coordinar con los gobiernos subnacionales), se ha concentrado en denunciar supuestas irregularidades en la contratación de consultorías en su cartera y en Sunedu, entidad que posee autonomía administrativa.
Pero el ataque no fue únicamente contra el manejo del Minedu durante el mandato de Castillo sino que se remontó al 2012, con un total de S/ 728 millones en consultorías “innecesarias”.
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Mientras Fiscalía y Contraloría investigan, habría que preguntarle al ministro si cuenta con algún plan para afrontar las consecuencias del ciclón Yaku en Lima (el inicio de clases escolares se ha postergado hasta el próximo lunes), y si ha coordinado con las direcciones regionales de Educación en el norte del país en torno a qué acciones tomar si el ciclón o un potencial Niño costero destruyen colegios o los dejan seriamente afectados.
Si el país no está preparado para inundaciones y huaicos, que son recurrentes, ni para El Niño ni terremotos, mucho menos lo está para ciclones.
La brecha de infraestructura educativa asciende a S/ 152,000 millones (hace cinco años era S/ 100,000 millones) y un total de 30,418 colegios tienen que ser reconstruidos. Es posible que cuando culmine el verano, ambos números habrán aumentado. Lo que aparentemente seguiría igual será la indiferencia de las autoridades.
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