La relación cada vez más determinante entre negocios y tecnología trae a primer plano, otra vez, la inminencia de una revolución digital que cambiará los negocios para siempre. Esta vorágine de la que se tiene tanto temor como se tuvo al cambio de milenio o que originó la fallida “burbuja dot-com”, se potencia hoy con la incorporación de directores externos a las empresas en pos de una mejor gobernanza corporativa.
Si identificar e incorporar directores externos con conocimientos y valor agregado diferente al que usualmente aportaban los accionistas miembros ya es un esfuerzo que requiere el apoyo de consultoras especializadas, incorporar “conocimiento (entendimiento más bien) en temas digitales” lo ha elevado a un nuevo nivel.
Y digo yo entendimiento porque antes de comenzar, debemos tener claro el rol del directorio para saber cuáles son los linderos dentro de los cuales este director digital podrá discurrir, aportando el valor que justifica su incorporación.
¿Toca al directorio establecer nuevas estrategias (digitales) a seguir en el camino del crecimiento y proyección a futuro de una empresa o es esta función más bien propia de sus ejecutivos y sujeta a la aprobación del directorio? Esta pregunta es clave para tipificar a nuestro director digital: ¿será uno que cree y proponga esas estrategias o uno que las comprenda, analice y hasta “traduzca” a los demás directores?
En nuestra práctica profesional, hemos encontrado que el rol del directorio mal puede ser el de primer responsable del rumbo de la empresa, pues de fracasar sus estrategias la causa raíz no estaría en la plana ejecutiva sino en el directorio que las creó e impuso. ¿Cómo exigir resultados a los ejecutivos si la hoja de ruta la impone el directorio?
Lo realmente determinante es que nuestros ejecutivos sean capaces de innovar.
Aclarado el rol y mientras las generaciones nativas digitales no lleguen a las edades propias de los directorios, éstos requerirán cuando menos de un miembro que comprenda e interprete temas de negocios digitales para ayudar a asimilar al colegiado las propuestas de una plana ejecutiva “aggiornada” y muy consciente de los retos que estos implican. Lo realmente determinante es que nuestros ejecutivos sean capaces de innovar, revolucionar e incorporar tecnologías de punta en nuevos modelos de negocio para someterlos a la aprobación del directorio y no al revés.
Incorporar al directorio a miembros de la generación X o recurrir al extranjero para buscar expertos digitales como mejores salidas, es en el primero de los casos un error por la función propia del directorio y en el segundo, un esfuerzo innecesario que puede ser satisfecho localmente a cabalidad.
Por Armando Cavero
Socio principal de AIMS International Perú