Los problemas generados desde el inicio de esta gestión gubernamental y la inestabilidad del Gobierno actual, nos han llevado a hablar, por etapas, sobre el adelanto de elecciones y sobre el candidato o candidata para el 2026.
La “inminencia” de una campaña o de una elección ha llevado a muchos a lanzarse en la búsqueda del candidato o de la candidata ideal, para evitar que se pueda repetir una candidatura o una presidencia de alguien como Pedro Castillo.
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Lo curioso es que la sombra de Pedro Castillo no se aleja a pesar de sus días en la cárcel, porque las encuestas, como dijimos en otra oportunidad, lo mantienen presente con una aprobación mayor a la de la actual presidenta, lo que lo convierte en un potencial candidato en las elecciones. Parece que para eso trabajan sus partidarios.
Podría repetirse la imagen de un detenido que se dirige a un debate presidencial esposado y llevado al escenario por un carro celular del INPE, como sucedió con el entonces candidato Gregorio Santos. Y, en una situación como la actual, quién sabe qué pueda pasar.
Pero más allá de posibilidades de esta naturaleza, hay algunas cosas que la actual situación plantean y que hay que tomar en cuenta cuando de la búsqueda de candidatos o candidatas se habla.
Una primera pregunta que nos hacemos es si la gestión de Dina Boluarte favorece o perjudica las posibilidades de que una mujer, de izquierda o de derecha, pueda ser candidata y hasta pueda llegar a la presidencia. De hecho, si revisamos los nombres que hasta ahora se han lanzado o se proponen como posibles candidatos/as, en ellos no se menciona a ninguna mujer, por más de que varias de ellas se esfuerzan por aparecer para que las tomen en cuenta.
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A primera vista, lo más probable es que la débil y poco eficaz gestión gubernamental actual va a perjudicar las posibilidades de una mujer. Si es de derecha, porque a Dina Boluarte se le ha puesto un membrete de derechista o de gobernante apoyada por la derecha. Y si es de izquierda, porque Dina Boluarte postuló por lo más radical de la izquierda y, según sus adeptos, “traicionó” a su gente.
¿Perjudica más a Keiko Fujimori o a Verónica Mendoza?. En el caso de Keiko Fujimori, el gran reto será el de desmarcarse de una narrativa que la asocia con Dina Boluarte, y hasta la señala como su “jefa”. Su desafío sería el de convencer que ella sí tiene la “mano dura” que Dina no tuvo, lo cual la llevaría a regresar al momento más exitoso del albertismo, luego de la captura de Abimael Guzmán, en un momento como el actual en el que la población clama por liderazgo y autoridad, al estilo Bukele.
Para Verónica Mendoza, las cosas tampoco son fáciles. Su extrema cercanía con el Gobierno y los desaguisados políticos de Pedro Castillo han perjudicado su “autoridad” moral para criticar a los demás, y la pueden mostrar como la imagen de una socia del Gobierno bastante perjudicada. Si las posibilidades políticas de Pedro Castillo levantaran, ella también podría ver en alza una posible participación, pero tendría que volver a asociarse a la figura de su exsocio. Si va sola o desmarcándose de Pedro Castillo, tendría que tener un discurso radical que busque recoger ese descontento del sur andino, por ejemplo.
Una segunda pregunta es si tendría más posibilidades un candidato civil, un militar o policía retirado, por ejemplo, en medio de un clima de inseguridad ciudadana como el que se vive en Lima y las regiones.
Todo parece indicar que los militares en retiro no darían fuego como candidatos presidenciales. De hecho, aunque podemos equivocarnos, parece que la luz que se prendía para algunos de ellos, sobre todo con reflectores desde el Parlamento, se está apagando. Y es que no por mucho madrugar se amanece más temprano.
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Los militares no tienen la imagen de mano dura que se necesita en este momento. Quizás un policía en retiro sí. Y la prueba está en que un artista cómico genera más entusiasmo hoy que cualquiera de los exmiembros de las fuerzas armadas y policiales.
Y para mayor abundamiento, Bukele de El Salvador o Noboa de Ecuador, que gozan de gran popularidad en sus países por enfrentar con decisión a la delincuencia, aunque uno con mayores cuestionamientos que el otro, no son exmilitares ni expolicías.
Quizás los uniformados en retiro pueden ser buenos acompañantes en una fórmula presidencia o en los primeros puestos de una lista parlamentaria.
Lo que sí es cierto es que la lucha contra la delincuencia será el tema más importante de una campaña electoral, y quien muestre esa “mano dura” y ese discurso radical en ese aspecto, será quien tenga las mayores posibilidades, sea de izquierda o de derecha.
Y lo otro es si la población preferirá a alguien de derecha, de centro o de izquierda.
Hoy no es fácil clasificar a los candidatos en esos nichos. Lo que sí es cierto es que muchos “derechistas”, en el Gobierno y en los municipios, por ejemplo, vienen haciéndole poco favor a su sector político. Al otro lado, la lucha política está haciendo cada vez más delgada la línea entre los “caviares” y los izquierdistas.
Es muy probable que el país esté repartido entre un radical de derecha, un radical de izquierda y uno de centro en las ciudades de la costa central.
¿Y los empresarios exitosos como Carlos Añaños? Son una incógnita, porque el discurso de la unidad nacional es bueno, pero si tiene ejes muy potentes, decididos, y hasta radicales como en el caso de la seguridad ciudadana o en aspectos económicos como en el de la minería. ¿Los tiene Carlos Añaños? La población no va a aceptar generalidades ni buenas intenciones.
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