La tendencia a medir el impacto económico inmediato de la crisis responde a un factor numérico: el futuro todavía es incalculable. Ocurre lo contrario con los 10 mil buses paralizados o los cinco aeropuertos cerrados por los bloqueos —que limitan el transporte, el abastecimiento de los mercados y el turismo—, o la destrucción de las operaciones de Gloria y Laive, que son, literalmente, leche derramada, con 600 mil litros perdidos al día y 5,000 familias ganaderas afectadas. Cierran los negocios en las ciudades tomadas primero por el asalto y luego por el toque de queda. La convulsión social merma el magro crecimiento del PBI previsto para este año, con S/212 millones de pérdidas diarias, como tituló Gestión el viernes, según el cálculo del Instituto Peruano de Economía (IPE).