Gerente de Alternativos y Análisis de Prima AFP
La integración de los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) en la gestión de inversiones implica diversos retos. Para los gestores de portafolios, el objetivo principal es la búsqueda de la mayor rentabilidad. Al integrar estos factores en el análisis de inversión, pueden encontrarse invertidos en empresas que aún tienen tareas pendientes en el camino a la sostenibilidad o que, por el sector en el que se encuentran, conllevan riesgos intrínsecos, como los sectores intensos en emisiones.
Por mucho tiempo la estrategia más utilizada era la de exclusión, que consiste en no invertir en empresas con determinado impacto material negativo. Sin embargo, de acuerdo con Global Sustainable Investment Review 2020, esta estrategia ha venido perdiendo preferencia entre los inversionistas. Si bien es válido usar este camino para evitar riesgos no deseados en los portafolios, puede tener mayor impacto positivo, tanto para la sociedad y el planeta como para los portafolios, buscar mejoras o cambios en las prácticas ASG en las empresas y en sectores en los que es posible o necesario lograrlos.
En ese contexto, el relacionamiento corporativo es una herramienta útil y que, en esencia, se define como el diálogo que entablan los accionistas con la empresa para cambiar o influir en la forma en que se gestionan los factores ASG. Muchos gestores de activos utilizan el relacionamiento para generar cambios positivos en temas materiales, en lugar de desinvertir, puesto que con la desinversión la capacidad de influencia disminuye. No obstante, la exclusión o desinversión puede llegar a ser un camino, si no se evidencia avance en el proceso de relacionamiento.
Para lograr estos cambios positivos, los inversionistas recurren al relacionamiento individual o colaborativo; este último puede ser realizado por grupos de inversionistas adheridos a alguna organización. Por ejemplo, esto ocurre con Carbon Disclosure Project (CDP), que se estableció en 2000 y trabaja de la mano de los inversionistas para solicitar a las empresas que divulguen su impacto climático. También destaca Climate Action 100+, iniciativa que cuenta con más de 700 inversionistas institucionales a nivel global, coordinada por cinco iniciativas entre las que se encuentra el PRI y que realiza relacionamiento colaborativo con los mayores emisores corporativos de GEI del mundo para mejorar su desempeño climático y garantizar una divulgación de emisiones más transparente.
De 166 empresas objetivo con las que se realizó el relacionamiento colectivo desde su inicio en 2017, un 75 % ha declarado su compromiso con el objetivo de cero emisiones netas. Al 2021 esa cifra llegaba a 50%. Por otra parte, en una encuesta realizada por Russell Investments en 2022 a 236 gestores de activos a nivel global, el relacionamiento fue citado como la forma más popular de gestionar portafolios en torno al riesgo climático; mientras que la exclusión en la mayoría de los casos se mostraba como la menos utilizada.
Si bien es cierto que es clave para lograr un mundo sostenible que el capital se canalice hacia financiamiento verde y social, como inversionistas está clara nuestra responsabilidad de identificar los riesgos financieros y no financieros, gestionarlos y mitigarlos para lograr la mayor rentabilidad en los portafolios, mientras aportamos en el camino a la sostenibilidad, y en ese esfuerzo el relacionamiento es una herramienta muy útil.