Directora Ejecutiva y Co fundadora de Perú sin Brechas
Una brecha puede hacer alusión a un paso estrecho entre montañas, a una fractura en una pared o a una herida abierta, inclusive. Aun así, en nuestro país, la connotación de “brecha” ha coqueteado usualmente – y de más, con el ámbito social.
Y es que cuando hablamos de brechas sociales, los ejemplos sobran. El concepto permite señalar con facilidad desigualdades sociales causadas, en su mayoría, por diferencias en el acceso a oportunidades… de salud, de educación, de ciudadanía y de un largo etcétera.
Es fácil preguntarnos, ¿dónde las vemos? – y aunque, en realidad, es más sencillo aún cuestionarnos dónde no. ¿En nuestros vecinos que enfrentan cuadros de depresión post COVID-19, en aquellos familiares que no logran terminar una carrera profesional o en ese 25% de niñas en comunidades indígenas que han estado embarazadas antes de cumplir 19 años (1)?
Por muchas de esas historias y cifras chocantes nace ‘Perú sin Brechas’. Personalmente, luego de transitar algunos años por diferentes rubros llevando una pasión desbordada por la economía para el desarrollo y la reducción de pobreza me convencí de dos cosas. La primera, de que la única manera de cerrar brechas sociales es ofrecer oportunidades tangibles de progreso – en simple, no “regalar pescado” sino, “enseñar a pescar”.
Y la segunda, de que la única opción de hacerlo eficientemente es articulando las perspectivas de todos los que somos parte del problema. Finalmente, acabar con las desigualdades sociales no es tarea ni motor exclusivo del Estado.
Junto a Romina La Madrid - mi cómplice y socia en esta aventura, coincidimos en admirar la manera en cómo diferentes líderes desde el privado, la academia y la sociedad civil se compran a diario, y con responsabilidad, diversos problemas sociales.
Fue a raíz de ello que encontramos una gran oportunidad en fomentar una Articulación 360º entre ellos: identificándolos y compatibilizando sus estructuras para desarrollar intervenciones sociales conjuntas. No resultaba necesario convencerlos de nada, en absoluto, pues ellos mismos habían dejado en evidencia - por sus proyectos e iniciativas, que sus intereses por reducir desigualdades sociales estaban ya alineados.
Sin dudas, el camino hacia el diseño y ejecución de intervenciones sociales es de largo aliento.
Desde julio y hasta la fecha, se ha logrado involucrar a 230 vecinos de ciudades urbanas, a niños de secundaria de escuelas públicas en Huancayo y Huancavelica, a adolescentes de San Juan de Miraflores y a madres de Lima e Ica. Toda esta experiencia permite “ponerle rostro” a la problemática de cada brecha social y son el punto de partida para el diseño de intervenciones.
Acción de involucramiento del equipo de Igualdad de Género
(1) UNFPA, 2017