Escribe: Cecilia Blume.
Conocí a José Miguel Morales a fines de los noventa en el Ministerio de Energía y Minas. Desde nuestra primera conversación me llamó la atención que este abogado, de uno de los estudios más reputados de Lima, no viniera a pedir sino a dar ideas para que el sector minero energético se desarrollara mejor, pero, sobre todo, para que las personas relacionadas a dicha actividad en las zonas más pobres tuvieran una mejor calidad de vida.
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Tuvimos larguísimas discusiones sobre el canon minero energético. Desde el Estado siempre se tiene la duda si los impuestos se usarán de formas adecuadas. José Miguel nos convenció que si el Estado le devolvía parte del impuesto a la renta a la región productora, las autoridades podían mejorar los caminos, poner agua, energía eléctrica, educación y salud. Decía que las autoridades más cercanas al ciudadano eran las llamadas a resolver los carencias de estos peruanos, pero sin recursos ello era imposible.
A lo largo de los años compartimos muchos temas relacionados con la minería y luego asuntos gremiales desde su presidencia en la Sociedad de Minería, Petróleo y Energía, la Confiep y Empresarios por la Educación. En el gobierno del presidente Alan García, nos convocó para la construcción del esquema del Aporte Voluntario, reconocido por todos como la forma más equitativa y eficiente de redistribución de dinero en obras hacia los lugares productores de recursos naturales. Esta iniciativa se truncó en el Gobierno de Ollanta Humala a partir de críticas interesadas, que nunca faltan.
José Miguel fue abogado, especialista en minería, pero sobre todo en buscar un país mejor. Para eso fundó Empresarios por la Educación, con la finalidad de comprometer al empresariado en la tarea que realmente sacaría a muchos de la pobreza: una mejor educación, y se encargó que la minería tuviera un papel relevante en esta.
Fue además un esposo, padre y abuelo maravilloso. Para mí, siempre un amigo a quien pude recurrir para que me aconseje. Siempre generoso con su tiempo y, cómo no, con su apoyo.
José Miguel deja un ejemplo para muchos, pero sobre todo para el empresariado, chico y grande, para los emprendedores y para todo el que ponga al país por delante. Ojalá otros lo sigan y hagan más por nuestro país, desinteresadamente.
¡Gracias, José Miguel, gracias por tanto!
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