Analista económico
Si uno leyera solamente el diario oficial El Peruano, estaríamos contentos que nos informen que en el Perú todo va bien, que hay algunos problemas pero que pronto el gobierno los solucionará. ¡Bravo! La realidad contradice esos anuncios de planes, impulsos, subsidios, proyectos futuros, apoyos directos e indirectos, índices de recuperación en todos los sectores, y declaraciones ante organismos internacionales que el país es muy atractivo para invertir.
No hay credibilidad en tales noticias cotidianas. Son sólo curitas para tratar el cáncer. Son distractivos para que el gobierno disimule su deplorable ineptitud para conducir al Estado. ¿O los que nos gobiernan se creen lo que dicen o mandan publicar? Si así fuera estamos ante autoridades con un trastorno psicótico buscando, con su autoengaño, beneficios personales o evitarse problemas mayores.
El gobierno de Dina Boluarte, jugando a la “estatua”, es la continuación maquillada del delincuente Pedro Castillo. Se saben mutuamente sus jugarretas y es mejor “barrerlas bajo la alfombra”. Por lo demás, su gobierno está cargado de funcionarios controvertidos, que trabajaron en regímenes anteriores cuyos líderes están en la cárcel o con investigaciones graves.
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El presente mes de diciembre, se han publicado varios pronósticos del MEF, de analistas y de entidades locales e internacionales, que vaticinan un crecimiento de la economía peruana, para el 2024, entre 2.0% y 3.5%. En promedio 1% menor a lo que pronosticaron en diciembre del 2022 para el 2023.
Ya estando por finalizar el año es obvio que todos se equivocaron. ¿Esta vez acertarán? Muy dudoso. La probabilidad de repetir la recesión del 2023 es alta. No sólo subsisten los mismos elementos que dieron lugar a un penoso presente año, sino que se han añadido otros más complicados.
Se sabe que lo que genera real crecimiento son las inversiones. Y éstas han ido menguando mes a mes, ante el riesgo que significa invertir en un país con un Estado cuyas instituciones principales están confrontadas, lo que provoca gran incertidumbre y mucho riesgo para cualquier inversionista de todo tamaño.
Ello forma parte importante del círculo vicioso de menos inversiones, menos creación de empleo, menor consumo y mayor pobreza, menor demanda, menor ingreso tributario, rotura de la cadena de pagos, mayor déficit fiscal, y nueva recesión, lo cual es tomado en cuenta igualmente por los inversionistas para postergar sus proyectos.
Cabe resaltar la emigración creciente de peruanos al exterior. Más de un millón de peruanos se fueron definitivamente a otros países en el bienio 2022-2023. Dos tercios de ellos son profesionales y técnicos calificados. La carencia de empleo para lo que estudiaron y la inseguridad imperante en el país son los principales alicientes para tal éxodo.
Hay un hastío general de la población, sobre la inacción del gobierno. La gente, por el momento, sobrelleva tal situación pues sus reivindicaciones no tienen una masa crítica para efectuar un reclamo que pueda ser atendido efectivamente. Pero, el peligro está latente. Una chispa insospechada o provocada puede transformar la situación en inmanejable, como sucedió en enero del presente año, perjudicando aún más nuestra frágil economía.
Ya hay razones acumuladas en la población, que pueden ser aprovechadas por organizaciones regionales, por la minería ilegal, el narcotráfico, o por esos grupos que medran del sector público, para generar un caos para encaramarse o mantenerse en el poder, bajo el manto de impunidad reinante en la Policía, el Ministerio Público y el Poder Judicial, ya en buena parte sometidos a esas fuerzas perversas.
También el crecimiento de nuestra economía será afectada por el fenómeno El Niño, aún si éste es moderado como ahora se estima. Según las zonas que aflijan las inundaciones y sequías, algunos alimentos escasearán y subirán de precio temporalmente, así como ciertas industrias tendrán problemas directos y logísticos para una producción normal.
Lastimosamente nuestra economía igualmente sufrirá una serie de impactos negativos del exterior durante el 2024 que contraerán nuestra economía. Sin mayor orden por su gravedad son los siguientes: 1) Muy bajo crecimiento (2.7%) de la economía mundial. 2) Nuestros principales socios comerciales EE.UU., Europa y China tendrán un mal rendimiento económico; los dos primeros rozarán la recesión económica; mientras China viene lidiando con una posible deflación y el quebranto de varios sectores económicos muy endeudados, especialmente el inmobiliario.
3) El precio de los recursos naturales sufrirán una baja de demanda y menores precios, entre ellos el de los metales, que son la base de nuestra economía. 4) la fragmentación económica mundial; por un lado EE.UU. y sus aliados, por otro lado China con sus países adeptos. También están los países que no desean estar en ninguno de los bandos anteriores como los BRICS. 5) las elecciones de EE.UU., con mayor gasto fiscal de parte de Biden y los preparativos de los agentes económicos por si gana Trump.
6) Los problemas de los países poderosos, nuevamente les importa muy poco la suerte de países subdesarrollados como el Perú por lo que ayuda o inversiones no fluirán; 7) La posible prolongación de la guerra Rusia-Ucrania, sea porque involucre a otros países, especialmente europeos, como consecuencia habrán problemas logísticos mundiales.
En suma, por motivos internos o externos, el 2024 será otro año de recesión en el Perú, parecido al 2023, pese a que el primer trimestre podría haber un pequeño rebote estadístico comparado con el mes de violencia ocurrido en enero pasado.
Realmente, todo pinta mal y lo seguiremos pagando con la tuya y con la mía, sufriendo mayor pobreza, soportando enfermedades físicas y mentales no atendidas, y sintiéndonos inseguros fuera y dentro de nuestros hogares.
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