Escribe: Mario Caballero Rosazza, director de Finanzas de Cálidda
La utilización de la energía es de uso tan común en el día a día de las personas y procesos productivos, que asumir que esta siempre va a estar disponible sin alternativas de resguardo es caer en un sentimiento de seguridad falsa.
En el caso específico del gas natural, el acceso al mismo ha traído muchos beneficios al país. De acuerdo con cifras de Macroconsult, la masificación del gas natural ha permitido generar ahorros por US$ 40,970 millones entre el 2004 y el 2022, principalmente por la sustitución de combustibles más costosos.
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Es así que, tan importante como continuar con la agenda de expansión del gas natural, lo es resguardar su acceso ante eventos imprevistos que puedan poner en riesgo su uso continuo.
De acuerdo con la Agencia International de Energía (IEA), la seguridad energética se define como: “la disponibilidad ininterrumpida de fuentes de energía a precios competitivos” (IEA, 2016). En este sentido, la seguridad energética se desarrolla en 3 dimensiones:
· Continuidad de suministro (que los recursos energéticos, tengan un flujo constante e ininterrumpido).
· Accesibilidad (que se puedan cubrir las necesidades energéticas de cada economía de manera sostenible).
· Precios asequibles de los recursos aún en los momentos críticos (que mantenga una rentabilidad de las inversiones en energía).
Cuando realizamos un diagnóstico sobre cómo nos va en las tres dimensiones que soportan la seguridad energética para el gas natural. En el Perú, se continúa avanzando en la expansión de infraestructura en redes de gas que contribuyen con la accesibilidad de este: solo en Lima se construyeron un total de 7,500 km nuevos en los últimos cinco años. En relación a precios asequibles, el costo del gas natural es hoy en día entre un 30% a 80% más económico que el sustituto más cercano dependiendo del segmento considerado. Respecto de la continuidad del suministro, si bien esta es mantiene firme, el depender de una sola fuente de extracción en Camisea representa un riesgo para la seguridad energética del Perú.
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En ese sentido, fortalecer la continuidad del suministro de gas natural es de urgencia para el Perú. Una alternativa ya implementada en otros países como Colombia es la construcción de una regasificadora. Ante una discontinuidad del suministro, se importaría gas natural en estado líquido, el mismo que se convertiría a estado gaseoso vía el proceso de regasificación para ser inyectado nuevamente en la red. Con esto se amplían las fuentes de suministro y se fortalece la seguridad del sistema.
Hacia finales del 2016, inició en Colombia la operación de SPEC LNG, siendo la primera terminal de regasificación en el país vecino. Esta infraestructura que tuvo una inversión aproximada de USD 400 millones viene garantizando el suministro de gas natural a largo plazo. SPEC LNG, le permite a Colombia acceder a gas licuado de diferentes partes del mundo, lo que se evidenció de manera relevante en el 2023 cuando los embalses de hidroeléctricas se vieron afectadas por el fenómeno del niño. Ante esta situación, SPEC ejecutó 29 operaciones de recepción de gas licuado, asegurando el despacho de gas natural a las centrales térmicas del país.
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Así como nuestro país vecino, tomo hace varios años la decisión de asegurar la seguridad de esta fuente de energía, en el Perú no debemos de caer en una falsa seguridad de acceso ilimitado al gas natural. Urge asegurar la viabilidad de infraestructura de respaldo que permita al país seguir aprovechando los múltiples beneficios con los que viene sumando a la productividad, ahorro y medio ambiente.
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