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Los riesgos del consenso

Por Miguel CardosoEconomista jefe para España de BBVA Research

Respondiendo a una pregunta durante una conferencia de prensa, el entonces secretario de Defensa de los EE.UU. Donald Rumsfeld hablaba de dos tipos de variables a tomar en cuenta hacia delante. Rumsfeld afirmaba que hay cosas que "sabemos que no sabemos".

Por ejemplo, la evidencia muestra que los economistas somos particularmente malos en predecir recesiones (además de su intensidad). Por eso, es especialmente interesante observar el creciente consenso que se observa en las previsiones de crecimiento para la economía española que hemos conocido esta semana, tanto de instituciones públicas como privadas ( incluida). Todas muestran un avance del PIB que rondaría entre el 2,5 y el 3% tanto este año, como el siguiente. Todas están hechas por economistas que saben de sus limitaciones y que, al mismo tiempo, advierten sobre las cosas que podrían revertir la expansión. En nuestro caso, destacamos tres.

En primer lugar, los últimos datos disponibles de exportaciones de bienes apuntan a un virtual estancamiento, que se extendería ya por dos trimestres. En principio, existen señales de que esta falta de crecimiento es temporal dado que el fuerte aumento que se observó durante una parte de 2014 era insostenible, que la inversión en maquinaria y equipo sigue aumentando, que las ganancias de competitividad se intensificarán (tipo de cambio, reducción de pagos por intereses) y que los problemas de demanda deberían solucionarse con la reactivación de la economía europea. Sin embargo, existe el riesgo de que ante el crecimiento de la demanda interna, el proceso de internacionalización se haya ralentizado. Este escenario sería preocupante ya que la sostenibilidad de la recuperación y la corrección de los desequilibrios de la economía española dependen, en buena medida, de la consolidación de la tendencia al alza en las exportaciones de bienes y servicios.

En segundo lugar, uno de los retos más importantes para la economía española durante los próximos años es el de aumentar la inversión, al mismo tiempo que se reduce el endeudamiento con el resto del mundo, para lo que se necesita un incremento del ahorro doméstico. A este respecto, mientras que el sector privado ha dado grandes pasos en este sentido, existe evidencia de que, cada vez más, el proceso de consolidación fiscal está apoyándose en la recuperación económica y menos en la aplicación de medidas discrecionales. De hecho, toda la disminución del déficit en 2014 se explicaría por el mayor crecimiento y por la mejora que este ha producido sobre los ingresos y los gastos de las administraciones públicas. Una vez que la economía reduzca el desempleo cíclico y de no aplicarse medidas adicionales (aumento de impuestos, reducción de gastos), el déficit público se estabilizaría alrededor del 2% del PIB. El resultado sería una lenta disminución del ratio de deuda pública, y por lo tanto, una prolongada y excesiva dependencia de los mercados de financiación internacionales.

Finalmente, aunque los riesgos de carácter geopolítico parecen no estar teniendo un impacto sobre las decisiones de consumo e inversión de familias y empresas, o sobre los costes de financiación de la economía, no hay garantía de que esto se prolongue en el tiempo. Por ahora, el apoyo del BCE y el avance en la construcción de ciertas instituciones parecen haberse constituido en efectivos escudos de defensa ante posibles escenarios de tensión. Sin embargo, aquí es donde resulta pertinente recordar la segunda parte de la respuesta de Rumsfeld. El secretario de Estado apuntaba también a la existencia de cosas que "no sabemos, que no sabemos".

A corto plazo es difícil pensar en un entorno más favorable para las perspectivas de crecimiento en , dados los vientos de cola que se vienen desplegando. Sin embargo, la sociedad en su conjunto debería presionar por la implementación de mejoras adicionales, por ejemplo, en el funcionamiento de los mercados de bienes y servicios que preparen a la economía para continuar creciendo en escenarios menos propicios, e incluso en aquellos donde ni siquiera podamos prever lo que puede ir mal.