Escribe: Omar Mariluz Laguna, director periodístico de Gestión.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, tras su victoria electoral, plantea una serie de interrogantes y preocupaciones para América Latina. Si bien su primer mandato dejó claras sus posiciones nacionalistas y proteccionistas, su retorno al poder podría implicar nuevas dinámicas y desafíos para nuestra región. En este contexto, es fundamental que los países latinoamericanos analicen los posibles escenarios y actúen con determinación para mitigar los impactos negativos y aprovechar las oportunidades que puedan surgir.
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Uno de los puntos más preocupantes es la postura de Trump hacia el comercio internacional. Durante su anterior administración, impuso aranceles a diversas naciones y renegoció acuerdos comerciales bajo términos más favorables para Estados Unidos, generando tensiones con socios económicos clave. Ahora, con su discurso de “América Primero” más fortalecido, existe el riesgo de que adopte medidas aún más agresivas. Esto podría traducirse en aranceles adicionales a productos latinoamericanos, restricciones a la inversión extranjera y presiones para que los países de la región se alineen con sus intereses geopolíticos.
El caso del puerto de Chancay, en el Perú, es un ejemplo concreto de las tensiones que podrían intensificarse. Este proyecto, controlado mayoritariamente por capital chino, ha sido objeto de críticas por parte de algunos asesores de Trump, quienes lo han catalogado como un “peligro estratégico” para la seguridad hemisférica. La creciente influencia de China en la región es vista con recelo por la administración republicana, lo que podría derivar en presiones hacia países como Perú para que limiten su cooperación con el gigante asiático. Esto no solo afectaría el desarrollo económico de proyectos clave, sino también podría generar conflictos diplomáticos y mayor dependencia de Estados Unidos.
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En el ámbito económico, también es relevante mencionar el impacto que podrían tener las políticas migratorias restrictivas de Trump. En su primer mandato, implementó medidas severas contra los migrantes, incluyendo deportaciones masivas y restricciones a la entrada de ciudadanos de países latinoamericanos. Estas políticas no solo afectan directamente a millones de familias, sino que también tienen repercusiones económicas en la región, al reducir las remesas, que constituyen una fuente vital de ingresos para muchas economías.
Por otro lado, el cambio climático es un área donde también se esperan retrocesos significativos. Trump ha sido un crítico constante de las iniciativas globales para combatir el calentamiento global, llegando a retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París durante su primer mandato. Para América Latina, una región rica en biodiversidad pero altamente vulnerable a los efectos del cambio climático, la falta de compromiso de una de las mayores potencias del mundo podría complicar los esfuerzos por abordar esta crisis global.
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Sin embargo, no todo es negativo. El retorno de Trump también podría representar una oportunidad para que América Latina fortalezca su unidad y su protagonismo en el escenario internacional. Tal como lo han señalado 33 excancilleres de la región en un reciente manifiesto, es momento de que nuestros países dejen de actuar de manera fragmentada y adopten una postura más coherente y coordinada frente a los desafíos globales. La historia ha demostrado que, en tiempos de incertidumbre, la región puede lograr avances significativos cuando trabaja de manera conjunta.
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