Emprendedor y director ejecutivo de Finsmart.
En la educación clásica el error es castigado y rechazado. En un aula de clase si lo cometes obtienes menos puntaje y eres calificado por debajo de los demás, es motivo de castigo por los padres y no es en ningún caso una situación agradable ni esperable. Es más, quien comete menos errores es felicitada o premiada, como sucede en la alta competencia deportiva.
Sin embargo, no todos los tipos de errores deben ser evitados. Existen algunos que son producto de asumir mayores riesgos que otros y son el indicador que permite saber si se está presionando el sistema actual lo suficiente como para romper lo conocido y establecido. No diferenciar los tipos de errores puede evitar la innovación o sembrar profesionales poco resilientes y, de hecho, poco emprendedores.
En el contexto de los sistemas de medición existen clasificaciones de errores que nos pueden dar luces para diferenciar de los “errores valiosos”. Los principales errores a evitar deberían ser los sistémicos, los negligentes y los no buscados.
Los sistémicos son aquellos provocados por una causa específica que se repite constantemente, por tanto, debieran ser más fáciles de identificar, evitar y en muchos casos no aporta mucho aprendizaje más allá de haberlos cometido una única vez. Un ejemplo claro sería invertir en un sector que se encuentra en clara decadencia como el alquiler físico de películas o invertir en un territorio cuyos indicadores evidencian una evidente contracción económica y social.
Los errores negligentes son aquellos provocados por no haber dado la suficiente atención y diligencia en evitarlo, o fueron causados por la inexperiencia de las personas. Estos son los mayores errores a evitar dado que la falta de dedicación y atención no deberían formar parte de un emprendimiento, y no corregirlos hacen que se conviertan en negligentes y sistémicos a la vez. Si es causado por la inexperiencia puede ser considerado una inversión siempre que sea una decisión consciente e informada.
Finalmente, los errores no buscados son aquellos que se dan en situaciones o contextos donde se busca expresamente no tenerlos debido al riesgo alto que suponen su existencia. Ejemplos claros son los relacionados a la seguridad y vida de las personas que se pueden dar en hospitales o en juegos mecánicos. También pueden ser acuerdos contractuales cuyo error puede significar la ruina de una empresa. Los errores no buscados también pueden ser a su vez negligentes y sistémicos.
En contraste, los errores valiosos son aquellos que provienen de la decisión consciente de tomar decisiones arriesgadas a sabiendas que pueden conducir a la innovación y la disrupción. Decidir ser emprendedor en el mundo startup requiere invariablemente asumir que habrá algunas o muchas equivocaciones. El no equivocarse va en contra de la misma lógica del factor riesgo/retorno.
Es posible que hayan emprendedores innovadores que casi siempre han tenido éxito en todo lo que han hecho pero es poco probable que ocurra y el peligro de tomarlos como referencia es que puede causar frustración, desmotivación y mensajes erróneos en quienes lo cometen. De aquí es que nace la frase de este artículo: “si no te equivocas es que no te has exigido lo suficiente”.
En el mundo startup los errores no solo existen sino forman parte esencial del sistema. El error no solo se espera, se desea. La innovación se basa en la iteración y esta no es más que repetir un proceso en búsqueda de éxitos y errores que permitan corregirlos para ponerlo a prueba en un nuevo ciclo. Cada error proporciona información valiosa para ajustar y mejorar un producto. Facebook comenzó como una plataforma exclusiva para estudiantes universitarios y el foco de Amazon era ser una librería en línea. Ambas aprendieron del error de su visión inicial para adaptarse y evolucionar.
Como consecuencia de lo anterior, la resiliencia y la tolerancia al fracaso es una habilidad buscada y valorada en los empleados de una startup, y cada vez más en todo tipo de organizaciones. Los emprendedores que entienden que los errores son parte del proceso están más dispuestos a correr riesgos calculados, y los errores se abrazarán como un indicador de progreso.
Si estas habilidades personales son buscadas y valoradas deben formar parte de la cultura empresarial. Aprender de los errores ayuda a construir una cultura de aprendizaje donde los empleados se sienten cómodos experimentando, tomando riesgos y aprendiendo de los resultados, positivos o negativos. Si los líderes demuestran que lo valoran se promoverá la creatividad, la innovación y la mejora continua.