Por: Angel Manero Campos*
El mango peruano se exporta desde hace más de 35 años; el crecimiento de la oferta, en sus inicios, iba de la mano con una demanda insatisfecha del mercado europeo; las plantaciones aumentaban a una tasa de quinientas hectáreas anuales. Para el año 2000, Perú ya exportaba 21,000 toneladas.
Pese a ello, no saturamos el mercado europeo, en ese entonces, porque se firmó el protocolo fitosanitario para poder exportar mango fresco a Estados Unidos; luego, el Asia; y llegó la diversificación hacia el mango congelado. Sin embargo, en la otra esquina -y para complicar las cosas-, la ventana de exportación de Perú, que va diciembre a febrero, se empezaba a cruzar con la oferta de países como Sudáfrica, Brasil, Ecuador y algo de México.
Perú, cuenta actualmente con cerca de 35,000 hectáreas plantadas de mango en las variedades de exportación en fresco; y en la última década, continuó instalando plantaciones a una tasa promedio de 1,000 hectáreas anuales. Los envíos de mango fresco y congelado en mitades y trozos ya alcanzan las 300,000 toneladas. Con esta fruta, experimentamos cómo el crecimiento de la oferta nacional e internacional satura los mercados y baja los precios en ciclos que se repiten a lo largo de las décadas.
La sobreoferta tiene su lado malo y bueno al mismo tiempo: muchas empresas y productores colapsan con los bajos precios; aunque, en el tiempo, van quedando los más fuertes; en tanto, la fruta barata hace que las promociones de venta aumenten y el segmento de bajo poder adquisitivo eleve su hábito de consumo. Pasan los años, la demanda vuelve a superar a la oferta y los precios mejoran nuevamente.
En ese 2022, sin embargo, Perú tiene un año complicado en la mayoría de sus productos frescos de agroexportación; donde el espárrago hace mucho dejó de ser la estrella; los cítricos tienen problema de exceso de oferta, al igual que los aguacates y los arándanos. La campaña de uva recién empieza, pero ya se avizora un aumento de oferta en más del 20% para la campaña 2022/2023. La oferta peruana de estos productos crece en más del 20% cada año; y ya se esperaba que para el 2022 se superaba el punto de equilibrio; y solo Perú, sin considerar la oferta potencial de países competidores, llegó a saturar los mercados.
La demanda por frutas y hortalizas, en un mercado maduro, suele crecer a tasas similares al crecimiento de la economía mundial; es decir, de 2 a 4% cada año; esa demanda se extiende, marginalmente en un inicio, con los nuevos mercados a los que llegamos vía acuerdos comerciales o fitosanitarios; también, por agresivas campañas de promoción del consumo; pero, sumando todos los gatillos que pueden elevar la demanda global; decir que ésta crecerá más de 6% cada año, ya es una cifra algo ambiciosa.
En el mejor de los casos, nuestra demanda global de productos perecibles crece 6% cada año; mientras que, la oferta de países como Perú, en las semanas de mayor concentración de cosechas, llega a crecer hasta en 30%.
La situación de los precios de venta empeora si los principales mercados reducen su poder adquisitivo, ya sea por alza del costo de la energía y otros productos básicos; o por aumento del desempleo y una posible recesión económica.
Según el informe WEO del FMI (octubre del 2022) sobre las perspectivas del crecimiento mundial; Europa debe crecer este año 3.1% (el 2021 creció 6%) y para el 2023 estiman que crecerá 0.5%; Estados Unidos crecerá 1.6% este año y 1% el año 2023. Además, el mundo crecerá 3.2% este año y 2.7% el 2023.
La inflación interanual a octubre en Europa es cercana al 10%; mientras que para Estados Unidos es cercana al 7%. La tasa de desempleo en Europa es relativamente baja y cercana al 6%; y en Estados Unidos, también es relativamente baja e inferior al 4%.
Al analizar los indicadores económicos oficiales, actuales y proyectados, no se avizora una recesión; sin embargo, a decir de algunos especialistas, la persistente subida de las tasas de referencia de los Bancos Centrales, en su afán por contener la inflación, encarece el crédito y ello podría desencadenar una crisis financiera o hipotecaria que gatille una enorme recesión mundial. Adicionalmente, ya se ha anunciado una ola de despidos: Meta, Twitter, Amazon, Microsoft, Intel, Morgan Stanley, Citibank, Barclay bank; también, las textiles como Hennes & Mauritz más conocida como H&M.
Bajo este escenario ¿qué pueden hacer las empresas agroexportadoras? No existe una bola de cristal; pero, en estos casos sobreviven -con más éxito- las conservadoras. Habría que ponerse en el supuesto más negativo y estimar que la demanda global de productos frescos hortofrutícolas disminuirá (año 2023) entre 5 y 10%; si ello sucede y la oferta se mantiene (volúmenes enviados el 2022) entonces los precios podrían caer entre 10 y 30%.
Bajo el escenario anterior, solo quedaría reducir nuestra oferta, regresarla a niveles del año 2021 y así ponernos, un poco, por debajo de la línea de la demanda. Sin embargo, esto en la práctica es muy difícil de lograrse; además, los países competidores estarían tentados a aumentar oferta en la ventana de Perú si nuestros envíos fuesen más conservadores.
Lo anterior, no debe distraernos de la tarea habitual: reducir costos al máximo, dejar de sembrar o plantar momentáneamente, hacer inversiones que garanticen el aumento del flujo de caja en el corto plazo (no descartar oportunidades de adquisición de la competencia) además, presionar a las navieras para que bajen los fletes, tener presencia activa en los gremios para limitar envíos excesivos por semana, “regalar” producto en el mercado local para promover consumo; y rezar, fundamentalmente rezar.
*Ingeniero Agroindustrial con Maestría en Administración de Agronegocios; fue gerente de Sunshine Export; además, Director Nacional de Agricultura y Director del Banco Agropecuario. Actualmente es consultor senior en agronegocios y desarrollo agrario.