Escribe: Paola del Carpio, coordinadora de investigación de REDES.
La semana pasada, el Perú revocó la decisión de solicitar visa a los turistas mexicanos, dando un alivio a los actores de un sector turismo que no ha podido aún repuntar tras los embates de la pandemia y otros eventos. En efecto, en cuanto a recepción de turistas extranjeros, el Perú se mantiene bastante por detrás de otros países como México. Cabe destacar, además, que los turistas de este país representan cerca del 4% del total de turistas extranjeros que recibimos y que, en promedio, estos gastan más que turistas de otros países de la región. No tenía sentido económico, entonces, autoimponernos una nueva restricción al avance de nuestro sector turismo. Sin embargo, es importante recordar que el haber dejado sin efecto esta restricción no representa una solución a los problemas que el sector viene arrastrando desde años atrás.
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A nivel internacional, la recuperación del turismo se mantiene pendiente, pero está bastante por delante del Perú. Se estima que en el 2023, el turismo internacional recuperó ya el 88% de los niveles anteriores a la pandemia, gracias a la demanda contenida tras el cierre de las economías y se espera que este año se recuperen finalmente los niveles prepandemia. Mientras, Sudamérica se encuentra 6.2% por detrás de los niveles prepandemia, el Perú está más de 40% por detrás de los niveles de recepción de turistas extranjeros del 2019. Esto se explica por el énfasis diferenciado que la gestión pública de cada país le ha dado al sector turismo tras la pandemia, pero también por diferentes choques internos que han ralentizado la capacidad de avance del sector en el Perú.
La preocupación por el impulso del turismo va más allá de rankings y deseos de vernos bien frente a otros países. El aporte del turismo a la economía nacional era cercano al 4% del PBI antes de la pandemia, mientras que en el 2019 el aporte alcanzó solo el 2.5%. El turismo receptivo es una fuente importante de divisas internacionales. Además, este sector genera mucho empleo al abarcar una amplia gama de actividades, como trabajadores hoteleros, guías, artesanos, transportistas, agencias turísticas y otros tipos de emprendedores. Sin embargo, al 2023 se han dejado de generar al menos 300,00 empleos con relación al 2019.
¿Qué ha ocurrido distinto en el Perú para que el avance sea tan lento con relación a otros países? A pesar de su retroceso y la importante pérdida de empleos en el 2020, el Gobierno abandonó los esfuerzos por promover el país en el extranjero a partir de la segunda mitad de 2021. En 2019, Promperú destinó más de S/ 215 millones a la promoción de nuestro país como destino turístico. Sin embargo, estos recursos se redujeron a menos de la mitad entre el 2020 y el 2022. Pasamos de participar en 191 ferias internacionales en 2019 a solo 48 en el 2022. Si bien este objetivo ha sido reactivado y Promperú sabe hacer bien su trabajo, el presupuesto se mantiene por detrás de lo que se contaba hace cinco años. Esta es una estrategia fundamental para generar atracción y confianza en turistas internacionales, como bien viene demostrando la experiencia exitosa en Colombia. Por ello, debe ser fortalecida y priorizada.
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Además de la limitada promoción, algunos eventos como la conflictividad en el país en el primer trimestre del año pasado, impidió la llegada de turistas y afectó la imagen del país como destino seguro. Por su parte, conflictos como lo ocurrido recientemente en Machu Picchu ante la acertada venta virtual de entradas han generado también pérdidas. Afortunadamente, el sector ha venido recuperándose, aunque lentamente, pero no necesita nuevos choques. Por otro lado, además de los choques mencionados, existen retos estructurales y proyectos pendientes que requieren prioridad. Uno de estos, como bien expone Comex, son avanzar decididamente en la conectividad, mejorando por ejemplo el acceso al Aeropuerto Jorge Chávez y modernizando la gestión e inversiones de los aeropuertos regionales que limitan nuestra capacidad de revalorar adecuadamente muchos de nuestros atractivos turísticos. En efecto, existen regiones que son más competitivas en términos de disponibilidad de recursos naturales y culturales, pero que no cuentan con toda la infraestructura turística necesaria para aprovecharlos.
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En suma, la situación de nuestro turismo no admite espacio para nuevas piedras en el camino. Esto no significa, sin duda, que el que los peruanos requiramos una visa para ir a México sea algo feliz o deseable. Por el contrario, y en el espíritu con el que se formó la Alianza del Pacífico hace más de 10 años, la cooperación, la libre movilidad y la integración son aspectos que aportan a la competitividad de nuestros países, especialmente en un contexto de crecimiento ralentizado y de inseguridad ciudadana que avanza de manera transnacional. No por ello, sin embargo, puede el Perú sabotear su propia economía.
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