Venezuela, con menos de 300 infectados y 10 fallecidos, apenas ha tenido que contener el aliento ante el paso del Covid-19. Pero los cuatro jinetes de su crisis -inflación, devaluación, bajos salarios y precio del petróleo- han arreciado su galope y ni la cuarentena podrá salvar a los ciudadanos de una embestida.
Encerrados en sus casas desde mediados de marzo pasado, los venezolanos han visto cómo su moneda, el bolívar, ha perdido incluso más del poco poder de compra que tenía mientras los precios suben, los salarios tocan suelo y, lo más alarmante, el precio del omnipresente petróleo es succionado por una tendencia negativa.
Al ritmo de esta cabalgata, pocos están preocupados por contraer coronavirus y enfermarse en esta pandemia que ya deja casi 200,000 muertes en el mundo. En Venezuela el apocalipsis sigue siendo financiero y, a diferencia del resto del mundo, las trompetas de ese último libro bíblico ya resuenan en la economía del país.
A continuación, el detalle de los cuatro jinetes que cabalgan imparables en la destrucción de la economía:
El bolívar, vencido por el dólar
Desde que se decretó el estado de alarma, el 13 de marzo, hasta ahora el bolívar se ha depreciado en 17.96% frente al dólar, el signo monetario con el que se completa la mayoría de las operaciones financieras en el país.
Aunque la moneda local ha vivido devaluaciones aceleradas en el pasado, a juicio del economista Luis Bárcenas, la actual caída responde en alguna medida a la incertidumbre asociada con la pandemia.
“En la medida en que tú no sepas qué va a pasar en una pandemia, muchas personas puede que aceleren la demanda de divisas hoy en día porque no saben si en el futuro las van a disponer”, explica el analista, quien subraya que el dólar se ha convertido en un activo mucho más codiciado en las últimas semanas.
En vista de la perenne destrucción del bolívar, los venezolanos, cada vez en mayor número, optan por convertir sus pocos ingresos en dólares para tratar de asegurar sus capitales, lo que aumenta la demanda de la divisa y, por ende, su precio.
La inflación relincha
Si bien Venezuela registró una inflación de 21.2 % en marzo, un promedio bajo dentro de los estándares de hiperinflación nacional, todo apunta a que abril cerrará con un índice por encima de 50%, con lo que los ya arruinados ciudadanos podrán comprar la mitad de lo poco que pudieron adquirir el mes pasado.
Bárcenas estima que el régimen de Nicolás Maduro “tendrá que traicionarse a sí mismo” al romper con la disciplina fiscal que implementó desde el 2018 y necesariamente aumentará el gasto público con el pago de salarios a privados paralizados por la pandemia y la entrega de bonificaciones a millones de familias pobres.
Esto, insiste el economista, regresa a Venezuela a la fórmula "más dinero, más inflación, mayor tipo de cambio" con la que el país se hundió en su más severa crisis económica.
Además, un alto componente de los productos de consumo básico son importados por lo que a medida que el tipo de cambio se eleve el costo en bolívares de ítems como los alimentos, también subirá "en una forma de los empresarios de mantener un margen de ganancia relativamente aceptable", advierte el experto.
Salarios enterrados
El salario mínimo legal que devenga la mayoría de los trabajadores se ubica hoy, al cambio en la tasa oficial, en US$ 1.93 mensuales, el nivel más bajo al que ha llegado este monto en lo va de siglo.
Y no solo afecta el hecho de que millones de venezolanos trabajadores se ubiquen por debajo del umbral de la miseria, sino que solo para comer una familia requiere 121 salarios mínimos pues el costo de la canasta alimentaria ronda los US$ 355, según estimaciones del Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas).
El director de esta entidad, Óscar Meza, explicó que el poder adquisitivo del salario mínimo se redujo a 0.8% en marzo y ha mermado más en lo que va de abril debido a un incremento promedio de 50% en el precio de los alimentos.
Aunque el chavismo otorga bonificaciones para alimentación y otras ayudas eventuales, en ningún caso suman más de US$ 10 al mes, mientras que una familia necesita al menos 11 dólares por día solo para comer.
El petróleo se hunde y arrastra
Nada afecta tanto a Venezuela como la caída de los precios del petróleo, prácticamente su única fuente de ingresos. Por ello, el escenario actual, con las tarifas de crudo en terreno negativo, reconfirman que la crisis del país no ha tocado fondo y que los días por venir siempre podrán ser peores.
Como arena entre los dedos, el régimen chavista ha visto caer sus ingresos en los últimos años debido, primero, al desplome de la producción de crudo y luego a la bajada de los precios, pero nunca hasta este sótano en el que el barril venezolano podría cerrar la semana por debajo de los US$ 5.
Con la chequera sin fondos, el margen de maniobra del Gobierno se verá reducido y más allá de anuncios políticos y de asistencia social poco podrá hacer el Ejecutivo, con su industria petrolera sin generar dinero, para mitigar las consecuencias de la crisis en la población.
Mientras el mundo se prepara para enfrentar la recesión pos coronavirus, en el país con las mayores reservas probadas de petróleo escasea la gasolina y el gas doméstico, falla el suministro de electricidad y agua potable, hay hambre y escasez de fármacos. El apocalipsis, parece, comenzó hace rato por aquí.