El mundo ha entrado al segundo año de la pandemia y dos crisis se están desencadenando. La más urgente y visible está en países pobres como India, donde una ola de contagios de covid-19 está amenazando con arrollar al Estado. Este país está registrando más de 350,000 casos diarios, y se cree que muchos más no están siendo detectados. El sufrimiento es abrumador; la provisión de oxígeno en hospitales está muy lejos de lo que se necesita y los crematorios están saturados.
La otra crisis es menos perceptible: el covid prolongado, aunque ya se está volviendo visible en países ricos como Estados Unidos, Israel y Reino Unido, los cuales en gran medida se están abriendo camino para salir de la pandemia con la vacunación masiva. Pero esta crisis también afectará a los países pobres. El síndrome poscovid, que es su nombre formal, es un conjunto de síntomas en cualquier parte del cuerpo y que persisten por al menos tres meses después de haber padecido covid-19.
Tres síntomas sobresalen: disnea (dificultad para respirar), fatiga y “niebla cerebral” (dificultad para concentrarse). En Reino Unido, tres de cada cinco personas con covid prolongado dicen que sus actividades habituales están en cierto modo limitadas, y una de cada cinco señala que las mismas están “muy” limitadas -lo que con frecuencia significa no poder realizar siquiera un trabajo de escritorio a tiempo parcial-.
Las cifras son escalofriantes. Medio millón de personas en Reino Unido han padecido covid prolongado por más de seis meses y sus chances de una recuperación plena son probablemente remotas. La vasta mayoría se encuentra en su edad laboral más productiva.
Según las últimas cifras disponibles (que no contienen data completa de la segunda ola de contagios en dicho país), 1.1% de la población británica ha tenido covid prolongado por al menos tres meses -grupo que incluye al 1.5% de personas en edad de trabajar-. A la fecha de corte de esas estadísticas, alrededor del 15% de la población británica había sido infectada. Si se aplica dicha proporción a los casos globales de covid-19, que hasta la semana pasada sumaban 1,200 millones, más de 80 millones de personas ya habrían tenido covid prolongado en todo el mundo.
Los costos de esta afección todavía no han sido contabilizados, pero serán enormes. El Instituto Nacional de Investigación Médica de Reino Unido halló que, en 80% de los pacientes, la enfermedad afectó su capacidad para trabajar, y más de un tercio dijo que perjudicó sus finanzas.
En estos momentos no existe cura para el covid prolongado. Lo que los científicos saben hasta ahora sobre la enfermedad indica que se trata de una combinación de una persistente infección viral, un desorden autoinmune crónico (que necesitaría de un cuidado complejo y costoso como el que existe para la artritis reumatoide o la esclerosis múltiple) y un daño persistente a ciertos tejidos causado por el contagio de covid-19 original.
En algún momento, se hallarán medicinas para tratar las dos primeras de estas causas del covid prolongado. Solo en Estados Unidos, se han destinado US$ 1,150 millones en investigación. Sin embargo, de momento los pacientes necesitan meses de rehabilitación que les permita hacer frente a la afección.
Los sistemas de cuidado de la salud y los empleadores deben prepararse para ayudar a las personas que padezcan covid prolongado, incluyendo aquellas que no tengan confirmación de haberse contagiado porque no pudieron hacerse alguna prueba de covid-19. Una oportuna atención en rehabilitación puede prevenir una espiral descendente en la salud y las finanzas personales. Clínicas dedicadas al tratamiento del covid prolongado acelerarán las cosas, ya que en la actualidad los afectados suelen pasar de un especialista a otro buscando un diagnóstico.
Por su parte, los empleadores deben repensar cómo adaptar y adaptarse a trabajadores con una discapacidad que se manifiesta de maneras impredecibles. En tanto, los gobiernos pueden ayudar con incentivos que estimulen a los pacientes a permanecer en sus trabajos y a los empleadores a proveerles asistencia. Si los gobiernos pierden el tren, millones de trabajadores jóvenes y otros a mitad de sus carreras podrían abandonar permanentemente la fuerza laboral.
Un enfoque podría estar basado en un esquema de beneficios por discapacidad que se aplica en Países Bajos. Empleadores y empleados neerlandeses que no se encuentran en condiciones de trabajar normalmente tienen que idear un plan conjunto sobre cómo un empleado enfermo puede retornar al trabajo bajo nuevas condiciones. Teletrabajo y horarios flexibles posibilitarían que pacientes con covid prolongado trabajen al menos a tiempo parcial. La salud de muchos de ellos mejorará, aunque podría tardar meses.
Muchos errores se cometieron en la fase severa de la pandemia, pero esta surgió de improviso. Ahora ya no hay excusa para fallar en responder al covid prolongado. Y no hay tiempo que perder.
Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez
© The Economist Newspaper Ltd, London, 2021