Prácticas ilegales de tala, ganadería y minería de oro en la Amazonía se están utilizando cada vez más para lavar el dinero generado por el narcotráfico, lo que está acelerando la deforestación de la selva tropical, según un informe de las Naciones Unidas.
Grupos de narcotraficantes en Brasil, Colombia, Perú y Bolivia se están diversificando hacia estos delitos ambientales y están aprovechando sus cadenas de suministro existentes para transportar madera, oro e incluso vida salvaje de la Amazonía, según los hallazgos del Informe Mundial sobre Drogas 2023.
“La producción de cocaína en el último par de años está fuera de los parámetros”, dijo Robert Muggah, cofundador del Instituto Igarapé, un grupo de expertos en Río de Janeiro, quien escribió un capítulo del informe sobre el tráfico de drogas en la Amazonía. “Brasil es un gran país de transbordo y consumo”.
El aumento de las ganancias del tráfico dificultará aún más que Brasil cumpla su objetivo de erradicar la deforestación ilegal de la Amazonía para 2028. Aproximadamente la mitad de las emisiones de carbono de Brasil provienen de la tala de bosques.
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Se despejan terrenos especialmente para cultivar coca en áreas fronterizas, y los esfuerzos de erradicación a menudo llevan esta actividad a áreas aún más remotas.
En Brasil, el grupo delictual Primer Comando Capital (PCC), que fue sancionado por el Tesoro de Estados Unidos, está cada vez más involucrado en la extracción de oro en tierras indígenas, donde utiliza minas ilegales para lavar las ganancias derivadas de las drogas, según el informe.
La gran mayoría de la cocaína se produce en Colombia, Perú y Bolivia y la producción se ha disparado desde el final de la pandemia con la normalización del comercio internacional. Datos oficiales de la última década indican que la frecuencia y el volumen de las incautaciones de drogas en la Amazonía han aumentado.
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