Con una ceremonia de inauguración en plena ciudad y diferente a todas las que hubo en el pasado, la falta de agentes de seguridad privada y las amenazas terroristas o de ciberataques, el reto de la seguridad es enorme para los organizadores de los Juegos Olímpicos de París 2024.
¿Estará Francia preparada para ello dentro justo de dos años? Es la pregunta clave para numerosos responsables de las fuerzas del orden, que serán responsable de hacer seguro un evento mundial para el que se esperan 15,000 deportistas y 10 millones de espectadores.
El gran fiasco que supuso la organización de la final de la Liga de Campeones de fútbol en el Stade de France, el pasado mes de mayo, trasladó una imagen internacional negativa. Lo ocurrido entonces tuvo una virtud, la de “despertar un poco a todos” sobre la seguridad de los Juegos Olímpicos, según una fuente relacionada con el asunto.
Los drones, un punto débil
Como reconoció una fuente cercana al gobierno francés, la desastrosa gestión de los acontecimientos en esa final europea entre Real Madrid y Liverpool, que tuvo que ser retrasada por el caos en los accesos, “se nos va a pegar como un esparadrapo hasta los Juegos Olímpicos”.
Desde hace meses, la principal preocupación de la seguridad en los Juegos Olímpicos de París apunta hacia la ceremonia de apertura, prevista en el río Sena, una decisión inédita para la cual el Comité de Organización local (COJO) vaticina que habrá casi 600,000 espectadores, de los cuales casi 500,000 podrán asistir a ella de manera gratuita.
Hace unas semanas, el criminólogo Alain Bauer llegó a calificar esa ceremonia de “criminal” en los estudios de la televisión France 5. La expresión generó impacto, pero en cierta medida refleja el sentir de un sector de los responsables policiales.
Otra cuestión importante será la de los drones. “No estamos preparados en absoluto. Si un dron equipado de granadas pasa por encima de la multitud y deja caer algunas, no sabemos cómo neutralizarlas”, reconoce una fuente cercana al ejecutivo francés.
Esta preocupación no es nueva, ya que los drones son una amenaza recurrente durante las manifestaciones y aglomeraciones. “Pero aquí es la amplitud de la multitud, dispersada en los seis kilómetros de las orillas (del río Sena) lo que presenta problemas”, explica esa fuente.
La gestión de esa multitud en la ceremonia de apertura, donde desfilarán delegaciones de los países en unos 180 barcos, no está todavía definida. Los organizadores desean que los espectadores puedan desplazarse libremente por las orillas del Sena, pero los policías desean fijarles en gradas o lugares concretos. “Son dos filosofías enfrentadas”, resume una fuente cercana a los organizadores.
Recurso al ejército
Para esta ceremonia, haría falta según una fuente policial “casi 7,000″ fuerzas del orden, un contingente “imposible” de movilizar en pleno verano local, según su opinión. Se presenta entonces la cuestión del recurso a agentes de seguridad privada.
Las necesidades estimadas para los Juegos Olímpicos giran alrededor de 24,000 agentes para securizar las sedes del evento. Pero desde hace meses, los responsables de la seguridad privada y los organizadores han lanzado la voz de alarma.
El asunto recuerda a lo ocurrido en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, cuando los británicos tuvieron que hacer frente a la bancarrota de una empresa de seguridad privada.
“Es muy simple, los 24,000 agentes que los Juegos Olímpicos necesitan no existen y no los tendremos. El ejército va a ser llamado para hacer el trabajo”, asegura una fuente policial.
La posibilidad de ciberataques también es un asunto que preocupa, ya que los Juegos Olímpicos son objetivo de ellos desde hace años. Varios centenares de ciberinvestigadores del gobierno deberían, según una fuente de los organizadores, ser destinados a esa vigilancia.
Como la ley olímpica votada en el 2018 contempla, un centro de información olímpica se ha constituido para combatir el riesgo de atentado. “Pero claramente, por el momento al menos, la raqueta tiene agujeros. Vamos a tener que darnos prisa”, resume la misma fuente policial.