Algunos comercios en Venezuela están recurriendo a los tradicionales sistemas de apartado para permitir a los clientes adquirir productos que van desde zapatos, electrodomésticos y hasta motos, en medio de la elevada inflación y las restricciones al crédito bancario, que impactan en el consumo.
Aunque el Gobierno del presidente Nicolás Maduro flexibilizó los controles en 2019 para permitir una dolarización de facto que recuperó levemente la economía, este año han persistido los altos precios, los rezagos en los salarios y se ha desacelerado la actividad comercial e industrial.
El esquema de pago a plazos, en el que los clientes cancelan un depósito inicial para reservar el producto, y el resto lo pagan en cuotas semanales o mensuales, se ha convertido en una estrategia para las negocios que buscan aumentar las ventas, dijeron una docena de comerciantes, presidentes de gremios empresariales y analistas.
El Gobierno, en momentos que la economía colapsaba, acentuó las regulaciones a la banca local con la fijación de máximos de tasas de interés y la imposición de prestar sólo hasta 27% del total de flujo de dinero. La medida volvió inútiles las tarjetas de crédito para los venezolanos.
“La situación es difícil y antes era imposible pagar una moto así (en cuotas)”, dijo Ernesto Urdaneta, repartidor de una empresa de equipos médicos en Maracaibo, al oeste del país, quien adquirió una moto hace cuatro meses a plazos.
Urdaneta, que también reparte en una pizzería y con sus dos trabajos gana el equivalente a unos 200 dólares al mes, tenía un carro viejo, cuyos arreglos eran costosos, por lo que lo vendió. Con ello dio la inicial para la moto, que costó unos 900 dólares.
Los clientes suelen pagar entre 40% y 50% de inicial por los productos, monto que puede variar según el comercio.
“Siempre hay un riesgo, pero los clientes dejan un dinero, completan su pago y se llevan las piezas”, dijo Betsy Pérez, propietaria de una tienda de ropa en Valencia, en el centro del país, que desde hace dos meses ofrece la mercancía en dos o tres cuotas para hacer mejorar sus ventas.
En Venezuela, el préstamo al consumo es escaso. La participación del financiamiento con tarjetas de créditos dentro de la cartera total de la banca apenas representaba 2.2% (unos US$ 13 millones) al cierre de marzo de 2023, según los últimos datos de la Superintendencia de Bancos.
“Si tienes problemas de venta te las ingenias para vender. El crédito al consumo en Venezuela murió, (los límites de) las tarjetas de créditos son irrisorios”, dijo Luis Vicente León, director de la consultora local Datanálisis.
La Superintendencia de Bancos y el Banco Central no respondieron a solicitudes de comentarios.
Pedro Vallenilla, fundador de Cashea, una de las aplicaciones que usan negocios en el sistema de “compre ahora y pague después”, dijo que por esa vía algunos comercios “han podido incrementar parte de sus ventas”.
Locales en calles y centros comerciales de las principales ciudades del país muestran avisos en los que ofrecen ventas en cuotas. Algunos comercios hacen la oferta por cuenta propia, otros a través de aplicaciones, pero ese oxígeno todavía es insuficiente.
“La venta por cuotas es una manera de colocar los productos y así el inventario se va rotando. La economía necesita que se dinamice el consumo”, dijo Gustavo Valecillos, presidente de Consecomercio, el gremio que agrupa a los comerciantes.
Las ventas comerciales, al menos en Caracas, cayeron 4,8% entre enero y octubre de este año respecto a igual período de 2022, según cálculos de la firma local Ecoanalítica.
“Después de un año pude comprar zapatos. Cancelé la mitad y el resto lo pagaré en dos partes”, dijo Juan Vegas, un trabajador de la construcción, al salir de una zapatería en Caracas. “Antes esto lo hacíamos con las tarjetas”.