Aunque el pesimismo se ha apoderado de la negociación del Brexit, los expertos aún ven espacio para un acercamiento entre Londres y Bruselas, si bien advierten de que el tiempo para cerrar un acuerdo es cada vez más limitado y las posibilidades de que el diálogo descarrile son altas.
La reunión del Consejo Europeo del 15 de octubre se ha asumido en la práctica como el límite para lograr un pacto, o bien para acelerar las preparaciones de un Brexit abrupto, que se produciría a final del año.
Dificulta los avances el régimen de subsidios estatales que aplicará el Reino Unido tras el Brexit, así como el futuro reparto de las cuotas pesqueras y la posibilidad de que Londres modifique unilateralmente el mecanismo para evitar una frontera en Irlanda del Norte.
“Aunque podría haber cierto progreso gradual esta semana, no veremos ningún movimiento significativo hasta que (el primer ministro británico) Boris Johnson y los líderes europeos entren en una sala y encuentren una solución al mayor problema pendiente, las ayudas estatales”, declaró Dmitry Grozoubinski, el director de la consultora ExplainTrade.
“Ambos lados todavía están muy separados, en particular en cuanto a ayudas estatales y pesca. Si no hay progresos esta semana, todas las esperanzas se irán al Consejo Europeo de octubre”, consideró por su parte Magdalena Frennhoff, profesora de Política y Relaciones Internacionales en la Universidad de Westminster.
Evitar la competencia desleal
El Reino Unido esgrime que la Unión Europea quiere mantenerle atado a las normas comunitarias que regulan las ayudas estatales y asegura que nunca aceptará un acuerdo que menoscabe su autonomía tras el Brexit.
“La Unión Europea quiere que su régimen de subsidios se aplique en el Reino Unido. Sin embargo, casi con seguridad estaría dispuesta a aceptar algo menos exigente que tuviera un resultado similar, sin aplicar al pie de la letra la legislación comunitaria” indicó Grozoubinski.
El objetivo de Bruselas es evitar que “mercancías británicas altamente subsidiadas entren en el mercado europeo sin ningún arancel”, detalló.
“Lo más probable es que el Reino Unido no se esté implicando lo suficiente en la cuestión de los subsidios estatales para que las negociaciones avancen”, consideró por su parte David Henig, el director en el Reino Unido del Centro Europeo para la Economía Política Internacional (Ecipe).
Con todo, “el debate debería centrarse en aquello que ambos lados pueden aceptar” y no derivar “en uno de ellos dictando” la futura relación, agregó el experto en comercio internacional.
“La Unión Europea no le está pidiendo al Reino Unido que permanezca ligado a sus leyes de por vida”, pero “quiere asegurarse de que existe un mecanismo para evitar distorsiones comerciales y ventajas competitivas injustas”, sostuvo por su parte Frennhoff.
Cuotas pesqueras
Johnson hizo de la salida del Reino Unido de la política pesquera comunitaria uno de sus argumentos para convencer a los británicos de que votaran a favor del Brexit en el referéndum de 2016, por lo que presiona ahora para lograr concesiones en ese ámbito.
La UE, sin embargo, es reticente a abrir el reparto de cuotas en aguas británicas, que podría llevar a disputas entre países miembros, lo que convierte este asunto en una potencial carta negociadora para el Reino Unido.
“El Gobierno británico debe demostrar que hay un dividendo del Brexit para las flotas británicas, mientras que la Unión Europea no puede permitir que los barcos del Reino Unido capturen peces que antes pescaban los europeos y los vendan en la UE sin aranceles”, subrayó Henig.
Pese a las discrepancias, el experto en comercio internacional sostiene que “debería poderse llegar a un pacto” en ese terreno.
Frennhoff se muestra sin embargo poco confiada en que el Reino Unido ceda en sus pretensiones pesqueras a cambio de concesiones en otros aspectos de la negociación.
“La pesca se ha convertido en una parte sustancial de la posición del Reino Unido, y dada la postura que ha mantenido el Gobierno durante todo el proceso del Brexit, difícilmente va a separarse de ella”, aseguró.
El puzzle de Irlanda del Norte
El rompecabezas de la frontera en Irlanda del Norte ha reaparecido en la negociación del Brexit, aunque se consideraba cerrado con el acuerdo de salida de la UE que se firmó en octubre.
El Gobierno británico quiere ahora matizar el mecanismo que se estableció para mantener abierta la aduana entre las dos Irlandas y está dispuesto incluso, según ha reconocido, a “violar la ley internacional”, lo que amenaza con obstaculizar aún más el diálogo y minar la confianza mutua.
Grozoubinski advirtió de la “enorme preocupación” que supondrá para la Unión Europea si Londres trata de tomar decisiones unilaterales sobre el paso de mercancías entre Irlanda del Norte y la isla de Gran Bretaña sin contar con el Comité Conjunto establecido con Bruselas para regular ese flujo comercial.
“La confianza ya es escasa”, alertó Frennhoff, quien consideró que la decisión de Johnson puede empeorar las perspectivas de la negociación.
“El acuerdo de salida (de la UE) es un tratado internacional, y como tal debe ser respetado”, afirmó.
“Invalidar el acuerdo de salida sería muy dañino para la relación”, agregó Henig. “Mostraría que no se puede confiar en el Reino Unido en un asunto tan sensible para la Unión Europea, por lo que difícilmente podríamos esperar demasiada confianza en otras áreas”, sostuvo el experto.