Se esperaba que la toma de posesión de Gustavo Petro como el primer presidente izquierdista de Colombia condujera rápidamente a la reapertura de la frontera con Venezuela, con lo que se reanudarían las relaciones entre ambos países después de años de acritud.
Los políticos prepararon ceremonias en ciudades fronterizas y los dueños de negocios acumularon bienes, anticipando que el comercio se reanudaría en los días posteriores a que Petro asumiera la presidencia. Sin embargo, más de dos semanas después, la reapertura de la frontera se ha estancado.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha ralentizado el proceso debido a preocupaciones en torno al impacto de una avalancha de productos colombianos en la incipiente recuperación económica de su país y dudas sobre cómo poner fin a actuales relaciones comerciales, según personas con conocimiento del proceso.
Durante años, Maduro ha recurrido a aliados políticos, como Irán y Turquía, para las importaciones, con acuerdos que a menudo beneficiaban a altos funcionarios militares en los puertos y puntos de control fronterizos.
Eso creó un sistema de comercio ilícito en la frontera –infestado de contrabando y controlado en gran medida por bandas– que está resultando difícil de erradicar, dijeron las personas.
“Me preocupo cuando los oigo decir que quieren fortalecer las relaciones comerciales actuales, porque lamentablemente esas relaciones son informales”, dijo Tiziana Polesel, directora de Consecomercio, la cámara de comercio de Venezuela, en una entrevista desde Cúcuta. “Yo, lo que yo quiero es que podamos fortalecer las relaciones formales, porque esas son las que van a dar igualdad de condiciones, sin beneficios”.
El año pasado, Colombia exportó solo US$ 331 millones en bienes a Venezuela, frente a los US$ 6,100 millones del 2008. Los países rompieron relaciones diplomáticas en el 2019. Pero Petro, quien asumió el poder el 7 de agosto, se comprometió a restablecer las relaciones y reabrir la frontera, sin especificar públicamente una fecha.
Grupos empresariales de ambos lados pronostican que el comercio podría alcanzar los US$ 1,200 millones para fin de año si se reanuda el comercio transfronterizo.
La falta de progreso en la frontera es el ejemplo más destacado de las dificultades que han enfrentado Petro y Maduro para cumplir con las expectativas de políticos y empresarios de que los países restablecerían los lazos rápidamente. Petro, quien ha elogiado al predecesor de Maduro, Hugo Chávez, se ha mostrado reticente a acoger por completo a Venezuela, al menos en los primeros días de su Administración.
Después de que una importante figura del partido socialista gobernante de Venezuela pidiera al nuevo Gobierno de Colombia devolver a “asesinos” y “ladrones” que se han refugiado allí, Petro respondió el lunes por la noche diciendo que no extraditaría a disidentes políticos venezolanos.
Ni el portavoz de Petro ni el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela respondieron a los mensajes en busca de comentarios.</p><p>La semana pasada, políticos y empresarios colombianos se reunieron en un salón repleto en Cúcuta, el cruce comercial más importante del país con Venezuela, con la esperanza de acelerar una apertura oficial.
Sin embargo, el encuentro denominado Acuerdo de la Frontera no arrojó ningún acuerdo vinculante. Si bien el recién nombrado embajador de Venezuela en Colombia, Félix Plasencia, y el gobernador del estado fronterizo de Táchira, Freddy Bernal, estaban inicialmente en la agenda, ninguno de los dos asistió al evento.
Ni Bernal ni Plasencia respondieron a las solicitudes de comentarios.
Mientras tanto, representantes de Maduro se han estado reuniendo con ejecutivos de los sectores de alimentos y productos farmacéuticos, quienes temen que la afluencia de productos colombianos más baratos pueda poner fin al respiro del que han gozado durante un reciente repunte económico, según personas con conocimiento directo de las conversaciones.
“Hay que manejar la expectativa con prudencia, no es tan sencillo, es una frontera donde han pasado muchas cosas”, dijo Carlos Fernández, presidente de la cámara comercial venezolana, Fedecámaras, en una entrevista telefónica. “La economía venezolana no es la misma, ha perdido tamaño, el consumidor venezolano es otro, la capacidad importadora está muy disminuida”.
El martes, Maduro se refirió en la televisión estatal a la reapertura y dijo: “Nos estamos preparando para que el plan sea sólido”.
El recién nombrado ministro de Comercio de Colombia, Germán Umaña, dijo a una animada sala en el evento de cerca de 200 asistentes que el diálogo para reanudar el comercio con Venezuela era “fructífero y acelerado”.
Los asistentes intercambiaron tarjetas de visita y comieron pasteles de garbanzos y tequeños, manjares representativos de ambas naciones.
Más tarde, el ministro de Transporte, Guillermo Reyes, reunió a la prensa en el puente Tienditas para asegurarles que los pasos hacia Venezuela estaban listos para ser usados a pesar de que todavía estaban bloqueados por contenedores y andamios.
A menos de 30 metros del puente se encuentra uno de los cerca de 50 cruces fronterizos irregulares: caminos sinuosos formados en medio de la maleza y que cruzan ríos poco profundos. Cerca de 17 de las llamadas trochas se encuentran en Cúcuta y son tan conocidas que se le llama a cada una por su nombre, como La Playita.
Las casas han sido pintadas con aerosol para marcar el control del grupo rebelde colombiano ELN y para enviar advertencias a su rival, el grupo criminal venezolano conocido como Tren de Aragua.
Hombres, mujeres y niños cargan sacos de harina de maíz, papel higiénico y paneles de acero laminado hacia Venezuela. Usando una carreta, un hombre arrastró el marco delantero de un pequeño automóvil a Colombia.
“Una vez cerrada la frontera oficial, la ilegalidad tomó su lugar y el contrabando comenzó a cruzar acobijado por los entes de control”, dijo la agente de aduanas Sandra Guzmán, quien trabaja en una de las cinco agencias de aduanas que quedan en Cúcuta, frente a las 60 de hace una década. “Esas eran nuestras operaciones que se perdieron, al igual que nuestros empleos”.
Ahora, lugareños como Carolina Moros ven una oportunidad en la promesa de Petro de arreglar las cosas con Maduro y reabrir el comercio con Venezuela.
“Nos oxigenaríamos finalmente”, dijo desde el interior de la fábrica de productos de limpieza que ayudó a construir dentro de una zona de fabricación de bajos impuestos destinada a fomentar el comercio con Venezuela, que está a solo seis kilómetros de distancia.
En su lugar, se han apilado cajas de detergente y lejía dentro de las bodegas de CosmoGreen. Grandes tanques construidos para contener líquidos para pulir pisos y quitar manchas de camisas están vacíos y la habitación de abajo, donde 24 trabajadores alguna vez envasaban el líquido, está oscura y silenciosa.
“Nunca nos imaginamos que la frontera iba a demorar tanto para abrir”, dijo Moros. “Nunca”.