Por Lionel Laurent
Cuando Donald Trump impuso una prohibición de viaje a Europa en marzo para detener la propagación del COVID-19, el presidente de Estados Unidos declaró que era el “esfuerzo más agresivo e integral contra un virus en la historia moderna”, y criticó a la Unión Europea por no haber actuado lo suficientemente rápido en este aspecto.
Las cosas han cambiado. Hoy, es la UE la que saca del panorama a turistas estadounidenses con su nueva lista de 14 países considerados seguros para viajes no esenciales.
Pese al fanfarroneo de Trump, EE.UU. ha acumulado más del doble de los casos de los 27 miembros de la UE, y no logró figurar en la lista. Países como Canadá, Japón y Marruecos sí. China será agregada a la lista, siempre que elimine sus propias restricciones a los visitantes europeos.
Si bien políticamente será doloroso, es en el fondo una decisión epidemiológica, como mi colega Andreas Kluth destacó. Como para demostrar que las prohibiciones de vuelo en realidad no son tan efectivas, especialmente cuando se comparan con medidas nacionales como pruebas generalizadas y restricciones de movilidad, el historial de EE.UU. en el control de la curva de infección sigue siendo débil.
En las dos semanas hasta el 29 de junio, los casos acumulados por cada 100,000 personas (la métrica preferida de la UE) fueron de 137 en EE.UU., una de las tasas más altas del mundo. Fueron de menos de 10 en Francia, Italia y España.
No obstante, la comodidad de las estadísticas desmiente la incertidumbre general de levantar las restricciones de viaje en Europa, lo que implica coordinar a 27 Estados miembro con prioridades y políticas a veces diferentes.
Para empezar, la lista aprobada no es una ley per se, sino una recomendación: los controles fronterizos siguen siendo competencia de los gobiernos nacionales.
Si bien nadie espera que un país abra unilateralmente sus puertas a los estadounidenses, la aplicación de la ley será un problema. La prohibición no fue exactamente hermética en primer lugar, como han reportado mis colegas de Bloomberg News, con excepciones para ciudadanos estadounidenses que viven en la UE, europeos que viven en EE.UU., estudiantes y otros. Países como Irlanda y Dinamarca ni siquiera forman parte de la política fronteriza común.
Es poco probable que Dinamarca adopte un enfoque relajado hacia los turistas, dado que fue uno de los primeros países europeos en restringir los viajes e imponer medidas de autoaislamiento a sus habitantes. Pero sus exenciones incluyen a empresarios, personas au pair y estudiantes de internados también.
Para confundir aun más, los viajes dentro de la UE no serán completamente libres, incluso si el bloque ha pedido el fin de las restricciones en la frontera interna, restaurando la libre circulación que simboliza la unidad de su mercado único. Algunos miembros de la UE mantienen a otros a raya por su manejo del virus.
Eso significa que algunas naciones probablemente ahora darán la bienvenida a turistas que provienen de lugares a miles de kilómetros de distancia mientras rechazan a sus propios vecinos. Los viajeros de Suecia, por ejemplo, cuya tasa de casos de 14 días es casi tan alta como la de EE.UU., no pueden ingresar libremente a países como Noruega, Dinamarca, Países Bajos y Chipre.
Los británicos también son personae non gratae en lugares como Grecia, donde los vuelos directos desde el Reino Unido y Suecia no están permitidos hasta el 15 de julio. No solo los estadounidenses tendrán que esperar.
Cómo tratar a China plantea otras complicaciones. El país figuraría sin duda con base en los pocos casos nuevos que está reportando, pero quedan dudas sobre su manejo del brote y la confiabilidad de su procesamiento de datos en el pasado. Los europeos han logrado una solución al pedirle al país que levante sus propias restricciones a los viajeros de la UE antes de que pueda figurar en la lista blanca de la UE.
Tal vez haya una guía aquí sobre cómo Trump podría obtener el visto bueno de la UE, siempre que su manejo de la pandemia también mejore. No todo depende de los datos.
A pesar de todos los tecnicismos y los líos relativos al levantamiento de las restricciones de viaje de la UE, es tranquilizador que esté sucediendo: es importante comenzar con algo. Pero la libertad de los países de seguir su propio camino, además de la advertencia de la Organización Mundial de la Salud de que la pandemia “ni siquiera está cerca de terminar”, significa que la imprevisibilidad nos acompañará por un tiempo.