La progresiva militarización de la Guardia Nacional de México al depender ahora de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha generado dudas sobre el verdadero papel de este cuerpo creado en el 2019 por el presidente Andrés Manuel López Obrador para combatir en primera línea la ola de violencia que asola al país.
López Obrador apostó por crear la Guardia Nacional con un mando civil en origen para que fuera la primera fuerza de combate contra el narcotráfico y los grupos del crimen organizado que provocan cerca de cien asesinatos diarios en una lucha sin cuartel.
“Así, por cierto, funcionan las guardias civiles, los guardias nacionales en otros países, pertenecen a los Ministerios de Defensa”, aclaró el mandatario para justificar la anunciada transferencia de dicha institución a Sedena con un notable incremento de su presupuesto.
Desde el comienzo de su mandato el 1 de diciembre del 2018, López Obrador no ha conseguido rebajar los niveles de violencia. El país registró los dos años más violentos de su historia con 34,681 víctimas de asesinatos en el 2019 y 34,554 en el 2020.
Organizaciones civiles que criticaron la decisión de la creación de este cuerpo y el camino que está tomando consideran que la dependencia de la Guardia Nacional de Sedena puede implicar muchos más riesgos.
“No es todavía una causa perdida (la militarización) y, por ello, es necesario levantar la voz”, declaró Angélica Canjura, investigadora de Causa en Común, organización que cuenta con un Observatorio sobre la Guardia Nacional.
Para Canjura, las novedades anunciadas por López Obrador son un paso más en la militarización de un cuerpo que fue presentado como una solución urgente ante los altos niveles de violencia que vive México.
Una dependencia ya manifiesta
La Guardia Nacional entró oficialmente en operaciones dependiendo de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana el 30 de junio del 2019 y cuenta actualmente con más de 100,000 agentes provenientes tanto de la extinta Policía Federal como del Ejército.
Y aunque López Obrador prometió un mando civil, al final optó por uno militar en proceso de retiro, cosechando un sinfín de críticas.
Además, más de las tres cuartas partes de los efectivos de la Guardia Nacional no cobran en ella ni tienen plaza, sino que son soldados comisionados.
Para algunos expertos, el anuncio -que se materializaría en 2023- es una estrategia, ya que es complicado que pueda realizarse debido a que sería imprescindible una reforma constitucional.
El analista en seguridad Alejandro Hope consideró que se trata de una negociación política que podría tener como objetivo la extensión al artículo de la reforma constitucional del 2019 que autoriza a la Guardia Nacional a usar a la fuerza armada durante cinco años.
“Es prolongar la participación directa de las fuerzas armadas en la seguridad pública y con la persistencia de esta ambigüedad que existe hay un tipo de que puede ser Guardia Nacional en la mañana y soldado por la tarde”, indicó.
Este cuerpo, agregó, se construyó de manera frágil, por lo que con los movimientos que está anunciando López Obrador intenta fortalecer con una mayor dependencia de los militares. “La Guardia Nacional ya es una extensión de la Sedena”, sentenció.
Adaptación a las circunstancias
Sin embargo, hay quienes consideran, como Javier Oliva, investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que el presidente ha ido adecuando la institución a las circunstancias del país.
“Para ser sinceros, si analizas las declaraciones de candidato presidencial de Morena a presidente hay una mudanza notable. Me parece que el presidente conforme se ha ido compenetrando en la problemática de la inseguridad en el país se está dando cuenta de la gravedad”, opinó.
En cuanto a la criticada militarización de la seguridad, el experto afirmó que “el concepto de militarización no existe en México”, ya que el Ejército está desvinculado de la política.
Para Angélica Canjura dicha militarización es “evidente” desde el inicio del proyecto y también es, sobre todo, “preocupante”.
“Parece incongruente que se busque atender el problema de delincuencia organizada y violencia que vive México con una nueva institución que además está militarizada. Es como si fuese un destape cada vez más descarado. Se desconfía totalmente de la autoridad civil”, reprochó.
La única solución al problema de delincuencia organizada y violencia creciente que enfrenta el país es mantener las policías locales y reforzar su labor ya que, indicó, la seguridad no puede estar eternamente supeditada a las autoridades federales.
“La Guardia Nacional fue al final del día la coartada política para construir e ir dotando de más facultades a las Fuerzas Armadas, no hay una intención real de crear un cuerpo intermedio”, terminó Hope.