Casi ocho semanas después de que Vladímir Putin enviara tropas a Ucrania, con las pérdidas del Ejército en aumento y Rusia enfrentada a un aislamiento internacional sin precedentes, un pequeño pero creciente número de cercanos al Kremlin cuestionan en silencio su decisión de ir a la guerra.
Las filas de los críticos en la cúspide del poder siguen siendo limitadas, repartidas entre puestos de alto nivel en el Gobierno y las empresas estatales. Creen que la invasión fue un error catastrófico que hará retroceder al país durante años, según diez personas con conocimiento directo de la situación. Todos hablaron bajo condición de anonimato, demasiado temerosos de las represalias como para comentar públicamente.
Hasta ahora, estas personas no ven ninguna posibilidad de que el presidente ruso cambie de rumbo ni ninguna posibilidad de que sea desafiado en casa. Cada vez más dependiente de un reducido círculo de asesores de línea dura, Putin ha desestimado los intentos de otros funcionarios de advertirle sobre el paralizante costo económico y político, dijeron.
Algunos señalaron que comparten cada vez más el temor expresado por los funcionarios de inteligencia de Estados Unidos de que Putin podría recurrir a un uso limitado de armas nucleares si se enfrenta al fracaso en una campaña que considera su misión histórica.
Sin duda, el apoyo a la guerra de Putin sigue siendo profundo en gran parte de la élite rusa, con muchos que apoyan en público y en privado la narrativa del Kremlin de que el conflicto con Occidente es inevitable y que la economía se adaptará a las amplias sanciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados. Y el respaldo de la opinión pública sigue siendo fuerte, ya que el impacto y los trastornos iniciales de las sanciones han dado paso a una especie de estabilidad surrealista en Rusia.
Sin embargo, cada vez son más las personas cercanas al Gobierno que creen que el compromiso de Putin de continuar con la invasión condenará a Rusia a años de aislamiento y a un aumento de la tensión que dejará su economía paralizada, su seguridad comprometida y su influencia global destruida.
Algunos magnates empresariales han hecho declaraciones veladas cuestionando la estrategia del Kremlin, pero muchos actores poderosos están demasiado temerosos de la creciente represión de la disidencia como para expresar sus temores en público.
A los escépticos les sorprendió la rapidez y amplitud de la respuesta de Estados Unidos y sus aliados, con sanciones que congelaron la mitad de los US$ 640,000 millones de reservas del banco central y empresas extranjeras que abandonaron décadas de inversión para cerrar sus operaciones casi de la noche a la mañana, así como el creciente apoyo militar a Kiev, que está ayudando a sus fuerzas a frenar el avance ruso.
Altos funcionarios han tratado de explicar al presidente que el impacto económico de las sanciones será devastador, borrando las dos décadas de crecimiento y el aumento del nivel de vida que Putin había conseguido durante su mandato, según personas familiarizadas con la situación.
Putin hizo caso omiso de las advertencias, diciendo que, aunque Rusia pagaría un alto costo, Occidente no le había dejado otra alternativa que iniciar la guerra, según las personas consultadas. Públicamente, Putin dice que la “Blitzkrieg económica” fracasó y que la economía se adaptará.
El presidente sigue confiando en que la opinión pública lo respalda, con los rusos dispuestos a soportar años de sacrificio por su visión de grandeza nacional, señalaron. Con la ayuda de estrictos controles de capital, el rublo ha recuperado la mayor parte de sus pérdidas iniciales y, aunque la inflación se ha disparado, los trastornos económicos, hasta ahora, siguen siendo relativamente limitados.
Putin está decidido a seguir luchando, aunque el Kremlin haya tenido que reducir sus ambiciones desde una rápida y amplia ocupación de gran parte del país hasta una agotadora batalla por la región del Dombás, en el este. Según esta visión, conformarse con menos dejaría a Rusia irremediablemente vulnerable y débil frente a la amenaza que suponen Estados Unidos y sus aliados.
En las semanas transcurridas desde el inicio de la invasión, el círculo de asesores y contactos de Putin se ha reducido aún más respecto al limitado grupo de partidarios de la línea dura que consultaba regularmente antes, según dos personas.
La decisión de invadir fue tomada por Putin y solo un puñado de funcionarios de línea dura, incluido el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, el jefe del Estado Mayor, Valery Gerasimov, y Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, dijeron las personas consultadas.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios para este artículo. El ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, no dio una respuesta directa a las repetidas preguntas sobre si Rusia podría usar armas nucleares en Ucrania en una entrevista publicada el martes.
Los críticos no ven ninguna señal de que Putin todavía esté dispuesto a considerar la posibilidad de interrumpir la invasión, dadas las pérdidas, o a hacer las importantes concesiones necesarias para alcanzar un alto el fuego. Dado su total dominio del sistema político, las opiniones alternativas solo se arraigan en privado.