Zinédine Zidane, Lady Gaga y Céline Dion. París vibró este viernes con una inédita ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de 2024 a orillas del Sena, empañada por momentos por la otra protagonista del evento: la lluvia.
A las 19:30 locales de la tarde, el público rompe en aplausos cuando la estrella del fútbol Zinédine Zidane aparece en las pantallas que bordean el Sena y en las televisiones de millones de telespectadores en el mundo.
Es el pistoletazo de salida de la primera ceremonia fuera de un estadio olímpico que, al son de himnos de la canción francesa, de música electrónica con ritmos “French Touch” e incluso de cancán, gozan más de 300,000 personas en sus muelles y puentes.
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“Somos unos privilegiados”, asegura la mexicana Selene Martínez, sentada en primera fila de una tribuna de espectadores cerca del Museo del Louvre, junto a su compañero Israel Tejada. “Tengo una adrenalina impresionante”, agrega.
Rápidamente, los barcos de atletas empiezan a remontar los 6 kilómetros del cauce del Sena para recibir los aplausos del público, sobre todo las delegaciones de refugiados y de Francia, y algunos abucheos, como la argentina, constató la AFP.
En el Puente del Carrusel, donde unas 3,500 contemplan el espectáculo tras haber pagado hasta varios miles de euros por plaza, los barcos de las imponentes delegaciones de Brasil y Estados Unidos son aclamados, pese a la persistente lluvia.
“¡Qué emoción! Estamos en París. Es la primera vez que veo esto. Es emocionante ver a toda esta gente federarse con el deporte”, asegura Michèle Dufour, una voluntaria de la organización de 62 años que aplaude a cada equipo.
Todos los elementos para la fiesta están. Banderas de los países participantes en los asientos, que el público agita sin dudar, gastronetas y puestos de bebidas para reponer fuerzas.
Y Lady Gaga, con un traje de plumas negras, abre el baile de artistas internacionales interpretando a los pies de una escalera del Sena “Mon truc en plumes”, canción de Zizi Jeanmaire emblemática del music-hall francés.
Una actuación que cumple las expectativas de Maximiliano y Dylan, dos parisinos de 29 años que pagaron sus entradas más de 1.600 euros (1.730 dólares) por persona para presenciar la ceremonia, cerca de los Inválidos.
“Estamos muy emocionados. Esperamos un espectáculo grandioso, lleno de emociones. Ambos somos hipersensibles y seguro que lloraremos”, predice el primero, un franco-colombiano, antes de su inicio.
Bailarines, artistas de circo, cantantes como la francomaliense Aya Nakamura y hasta un caballo articulado se dan cita en tejados, muelles y puentes a lo largo de todo el recorrido.
“Me sorprende gratamente que sea realmente moderno y alegre. Me imaginaba algo más francés”, asegura a la AFP Nonna Kallee, una residente de 34 años.
El portugués Pedro Ferraz, de 48 años, no es de la misma opinión. Refugiado bajo una tribuna de espectadores para escapar de la lluvia, dice, decepcionado, que la ceremonia es “muy francesa”.
“Se está mejor en un estadio que aquí, que tenemos que verla a través de las grandes pantallas”, agrega el hombre, envuelto en una bolsa de basura limpia prestada por los servicios de limpieza.
“¡Céline! ¡Céline!”
Impacientes, en los muelles del Sena, el público grita “¡Céline! ¡Céline!”, a la espera de ver el retorno de la cantante canadiense sobre un escenario, una de las grandes incógnitas de la noche.
No se marcharon defraudados. Céline Dion cerró el espectáculo interpretando “El himno al amor” de Edith Piaf, desde el primer piso de la Torre Eiffel, mientras el pebetero olímpico se elevaba en un globo en el cielo de París.
Desde el Puente del Carrusel, donde el globo sobrevuela los tejados del Museo del Louvre en una imagen de postal, muchas parejas se toman fotos románticas, se abrazan o disfrutan del colofón final.
“Estoy muy emocionado. Ha sido un espectáculo toda la noche y ver la llama desde aquí, es genial, magnífico”, asegura el belga Michiel Bearelle, de 33 años, con los ojos iluminados.
Más de 45,000 policías y gendarmes velaron por la seguridad de la ceremonia, a los que se suman 10,000 militares y unos 1,900 policías extranjeros, así como los voluntarios de la organización.
“Queremos corregir la imagen dada durante la final de la Liga de Campeones (de 2022) con una buena organización”, aseguró Hatim Berradi, voluntario de 30 años.
La histórica ceremonia de apertura era el primer reto. Ahora llega el turno de la competencia deportiva, hasta la ceremonia final del 11 de agosto.