Conforme la pandemia de coronavirus descarrila las economías de todo el mundo, muchos de los nuevos pobres estarán en el sudeste asiático, lo que supondrá un gran revés para una región que había estado prosperando con una clase media emergente.
La pérdida de puestos de trabajo está frenando el enorme auge que ha experimentado el sudeste asiático en los últimos años, y las economías posiblemente tarden años en recuperarse por completo.
En Filipinas, que tiene el mayor número de casos de virus en el sudeste asiático, una encuesta publicada el 6 de octubre por el Banco Mundial y agencias locales mostró que casi la mitad de las empresas que cerraron no sabían cuándo podrán volver a abrir.
Los efectos prolongados del cierre en el país han sido devastadores para personas como Jenn Piñon, de 35 años, residente de Manila, quien pasó años trabajando en un título en bellas artes que esperaba que le proporcionara seguridad económica.
En cambio, perdió los contratos que tenía como diseñadora gráfica, lo que la llevó a vender huevos y hummus por internet. También ha estado viviendo en el apartamento de condominio sin usar de su compañera de iglesia para mantener reducir los gastos de subsistencia.
“No me lo esperaba en absoluto”, dijo Piñon sobre el trabajo que ha perdido. “Tengo que agradecerle a Dios que me diera suficientes ahorros por ahora. Vamos a esperar que dure”.
Si bien los ingresos se han desplomado en todo el mundo, los efectos de la pandemia son especialmente graves en las partes emergentes del sudeste asiático, donde una ola de pérdida de empleos y un sistema de seguridad social débil significan que millones corren el riesgo de perder su posición en la escalera de la movilidad social.
La falta de demanda de los consumidores, las quiebras inminentes y las medidas de distanciamiento social continúan afectando el mercado laboral, según Priyanka Kishore, economista de Oxford Economics Ltd.
“En general, esto apunta a una recuperación larga y prolongada”, dijo. “Estimamos que el PBI del sudeste asiático esté un 2% por debajo de la línea de base anterior al COVID incluso en el 2022”.
Bain & Co. pronosticó el año pasado que el sudeste asiático agregaría al menos 50 millones de consumidores a su clase media para el 2022. La perspectiva de US$ 300,000 millones en ingresos disponibles sedujo a empresas como Toyota Motors Corp. e Ikea, que veían una oportunidad de crecimiento en la región.
Ahora, la desaparición de los ingresos está estancando el crecimiento, ya que el consumo representa alrededor del 60% del producto interno bruto de las principales economías de la región además de Singapur, dice el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales con sede en Washington.
Hasta 347.4 millones de personas en Asia y el Pacífico podrían caer por debajo del umbral de pobreza de 5,5 dólares al día debido a la pandemia, según el Instituto Mundial de Investigación de Economía del Desarrollo de la Universidad de las Naciones Unidas.
El precio ha sido alto para personas como Adi Muhammad Fachrezi en Indonesia. Fachrezi fue el primero de su familia en ir a la universidad en el 2014. Ganaba alrededor de 20 millones de rupias (US$ 1,357) al mes enseñando a los turistas los imponentes volcanes y las playas de arena blanca de Java. Con ello cubría la matrícula y la comida.
Pero esos ingresos se han agotado porque el virus ha mantenido alejados a los turistas y ha tenido que suspender sus estudios.
La magnitud de la caída libre en las cinco mayores economías del sudeste asiático fue severa en el segundo trimestre. Indonesia se contrajo un 5.3% interanual, Malasia un 17.1%, Filipinas un 16.5%, Singapur un 13.3% y Tailandia un 12.2%, según muestran datos recabados por Bloomberg.
Vietnam, que fue uno de los pocos ganadores de la guerra comercial, verá cómo su ascenso económico de tres décadas casi se paraliza este año. Las contracciones podrían persistir hasta principios del próximo año, dice HSBC Holdings Plc, en medio de una manufactura débil y una sequía turística.
“Mi esperanza es que mi negocio pueda volver a operar para fin de año coincidiendo con la temporada navideña”, dijo Fachrezi. Es una tenue esperanza: los casos de virus en Indonesia han seguido aumentando en uno de los mayores brotes de la región.